novena legislatura en marcha

CiU fulmina al tripartito

CARLES COLS

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Artur Mas gobernará los próximos cuatro años con una comodidad próxima a la de la mayoría absoluta. Ayer alcanzó los 62 diputados, 14 más que en las elecciones del 2006. Se quedó, pues, a solo seis escaños de esa barrera que permite al partido del gobierno dirigir la política de Catalunya libre de toda atadura. Pero CiU celebró su victoria como si de una mayoría absoluta se tratara porque el jarrón chino del tripartito no solo cayó anoche de la estantería, sino que se hizo añicos hasta, quién sabe, ser inviable su recomposición. Esquerra sufrió la debacle prevista por las encuestas y desde ayer es la quinta fuerza política del Parlament. Le pasa por delante Iniciativa, que tampoco pudo alegrarse por ello porque ha perdido dos escaños en la experiencia tripartita. El PSC, por último, obtuvo el peor resultado de su historia. Son 28 escaños. José Montilla, primer presidente de la Generalitat que pierde unas elecciones, cargó personalmente sobre sus espaldas la responsabilidad de lo acontecido. Si a mitad de campaña anunció que no repetiría como candidato, ayer añadió que no se presentará a la reelección como primer secretario del PSC en el congreso que el partido tiene previsto celebrar pasadas las elecciones municipales de mayo.

El PP disfrutó el descalabro del tripartito desde la nueva atalaya que le proporciona ser, otra vez, la tercera fuerza política del Parlament. Alicia Sánchez-Camacho estaba anoche exultante, tal vez por el plus de haber roto incluso el techo que en 1995 puso Alejo Vidal- Quadras

El protagonista del 28-N, no obstante, es ante todo Mas, que antes de que acabe el año será el 129º presidente de la Generalitat. Durante la precampaña, en un relato que entonces pudo parecer entre prepotente e inoportuno, Mas predijo que entre las elecciones autonómicas celebradas ayer y las municipales del próximo 22 de mayo CiU podía acumular un poder sin precedentes en Catalunya. Es cierto que Mas no ha igualado las mayorías absolutas de su mentor, Jordi Pujol, pero la distancia que le separa del primer partido de la oposición es mayor y, sobre todo, la ha edificado sobre un resultado electoral inédito en Catalunya. CiU barrió ayer en todas las comarcas, incluidas sus capitales, ganó en las cuatro capitales de provincia y avanzó al galope en el área metropolitana que tan refractaria se había mostrado siempre a Pujol. Por poner solo un ejemplo, la federación nacionalista, que ya superó en el 2006 al PSC en Barcelona ciudad, metió en el zurrón a Badalona a menos de medio año de las elecciones municipales.

SIN EXCUSAS POR LA ABSTENCIÓN / Mas, en consecuencia, podrá ponerse nada más comenzar el 2011 a reorientar a su gusto la política de la Generalitat mientras sus adversarios tienen aún muchos fuegos por apagar. A ellos ni siquiera les queda la excusa de que ayer los ciudadanos se quedaron en casa y devaluaron, así, la victoria de CiU. La abstención fue al final mucho menor de la prevista. Fueron a votar un 59,95% de los ciudadanos con derecho a voto. No está mal en tiempos de crisis.

Fallaron en ese apartado los pronósticos, y doblemente, además, pues los expertos en demoscopia predecían que las opciones de que el Parlament creciera en número de fuerzas políticas dependía de una baja participación. El Parlament de la novena legislatura tendrá una cifra récord de siete fuerzas políticas, ya que Ciutadans conservó sus tres diputados y, para susto de ERC, Solidaritat Catalana per la Independència (SI) entra en la Cámara catalana con cuatro representantes, Joan Laporta al frente de ellos.

Con Alfons López Tena en la sala de máquinas, SI ha sabido acoger como nadie a las víctimas de las purgas internas de Esquerra. No en vano, en Vic, donde López Tena instaló su cuartel general de las consultas independentistas, el partido de Laporta es la segunda fuerza en número de votos.

Fueron siete, al final, las candidaturas agraciadas con representación, y a punto estuvo de que fueran ocho porque la xenófoba Plataforma per Catalunya recogió más de 75.000 votos, insuficientes para entrar en el Parlament, pero todo un aviso cara a las elecciones municipales.

La atomización de la oposición, en definitiva, no hace más que servir en bandeja de plata a Mas cuatro años de tranquilidad parlamentaria en los que no debería tener apenas problemas para adaptar a Catalunya la célebre geometría variable de José Luis Rodríguez Zapatero en el Congreso de los Diputados, hoy con unos, mañana con otros. El propio Puigcercós, vistos los resultados, pareció ya descartar de entrada cualquier oferta de colaboración a Mas. El voto independentista prefirió el pragmatismo de CiU, así que Esquerra poco menos que anunció que dedicará los próximos cuatro años a reconquistar tierras perdidas.

Se hace difícil, pues, imaginar que en la próxima legislatura la oposición actúe de forma coordinada contra el Govern. El ruido será ensordecedor, todo un drama para el PSC, que deberá encontrar en su jibarizado grupo parlamentario un relevo para Montilla, si no ahora, sí, tal vez, después del próximo congreso del partido.

Ayer, sintomáticamente, el PSOE se desentendió del PSC. Achacó lo ocurrido a las singularidades internas de la política catalana. Descartó así que lo sucedido sea un aviso para Zapatero. El PP, claro, hizo la lectura diametralmente contraria.