Señores, señora

Ya debéis saber que los políticos en conjunto son vistos como uno de los principales problemas de España. ¿Es distinto en Catalunya? ¿Son aquí menos elevados los niveles de demagogia, corrupción y, sí, también de impotencia? ¿Dónde está la ejemplaridad? ¿Dónde el espíritu regeneracionista? ¿Dónde el concepto de servicio público? ¿Qué es lo que os interesa de verdad, más allá de la lucha por el poder, llegar a lo más alto y mantenerse allí arriba el máximo tiempo posible?

En política, puede hacerse imperceptible la diferencia entre hacer y aparentar que se hace. Al final se acaba notando, pero mientras vais trampeando entreteniéndonos con el juego de las alianzas y las discrepancias. A más politiqueo, con lo que os llega a gustar, menos verdad. A menos verdad, más confusión. A más confusión, más niebla. A más nieblas, más difícil resulta identificar a los culpables y pedirles cuentas.

Durante la aburridísima campaña no habéis dado respuesta a ninguna de estas cuestiones. Vosotros, a vuestra bola, es decir, cada cual a lo suyo y en conjunto a lo de todos los que os columpiáis en este circo. No os extrañe, pues, que mañana los índices de participación sean bajos. No os importa que sean más o menos bajos de lo habitual en las elecciones autonómicas. La cuestión es que no cambiaréis. Sois lo que sois. Sois como sois. Ya os va bien la partitocracia y no haréis nada para cambiarla. Ni una triste ley electoral con diputados de circunscripción. Y el pueblo, a armarse de paciencia y escuchar la conferencia de San Vicente de Paúl.

¿Y todavía os atrevéis a pedirme el voto? No, no y no. ¡No os votaré!