Los desafíos

Vuelve el general secretario

 

En Asturias, el PP y el nuevo partido de Álvarez-Cascos,  el áspero exvicepresidente de Aznar, pueden sumar 23 diputados, justo la mayoría absoluta necesaria para expulsar al PSOE del poder

Triunvirato Francisco Álvarez-Cascos, José María Aznar y Mariano Rajoy, en Sevilla, en abril del 2010.

Triunvirato Francisco Álvarez-Cascos, José María Aznar y Mariano Rajoy, en Sevilla, en abril del 2010.

JOAN TAPIA

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En Asturias, llega primero en las generales el partido que gana en España pero, excepto en el 2000, cuando José María Aznar sacó mayoría absoluta, el PP y el PSOE empatan en diputados (cuatro cada uno). En las autonómicas y las municipales (salvo Oviedo), vence el PSOE. Y con sus votos y los de IU superan siempre de largo a los populares. Y es que la región -hoy muy socialdemócrata- fue el epicentro de la rebelión de 1934 contra la entrada de la derecha de José María Gil-Robles en el Gobierno de la República. Y más tarde, en los 60, el teatro de las huelgas mineras. Los estudiantes antifranquistas cantaban aquello de «quién estuviera en Asturias… en algunas ocasiones».

La autonomía ha estado gobernada por el PSOE, alguna vez en coalición con IU, excepto de 1995 a 1999, cuando IU (era la época de Julio Anguita, y Gaspar Llamazares, el candidato) negó el apoyo. El popular Sergio Marqués fue presidente. Pero Marqués topó con el todopoderoso Francisco Álvarez-Cascos -vicepresidente de Aznar y general secretario del partido- y fue expulsado a media legislatura. Solo la acabó porque los socialistas no votaron la moción de censura azuzada por Cascos, quien dijo aquello de «más vale partido sin gobierno que gobierno sin partido». Fue su primera y cruenta bomba contra el PP asturiano.

Y en 1999, un mal momento para los socialistas (Aznar logró mayoría absoluta en el 2000), Vicente Álvarez Areces, nuevo candidato socialista, sacó 24 diputados, mayoría absoluta. La bomba de Cascos ayudó porque el grupo de Marqués logró tres diputados, pero la clave fue que Álvarez Areces (conocido como Tino) llegó con el aval de una magnífica gestión de 10 años como alcalde de un Gijón dañado por la crisis industrial y naval.

Perspectivas inciertas

Y Tino, antes militante del PCE, ha gobernado tres legislaturas. Pero el poder desgasta, el apoyo electoral ha bajado y sus relaciones con el aparato regional socialista, muy influido por el sindicato minero SOMA-UGT, no han sido pésimas pero sí complicadas. Ahora Tino, con 66 años, se retira, aunque el nuevo candidato, Javier Fernández, secretario general del partido y serio ingeniero de minas, no encarna la renovación (tiene 63 años). Quizá era su último tren.

Las perspectivas son inciertas. Como en todas partes, la crisis castiga, Fernández es el aparato -Tino, antiguo alcalde, traspasaba fronteras- y la encuesta del CIS da al PSOE un descenso del 43% al 35,7% de los votos. Y aunque los diputados socialistas serían 19 frente a los 16 del PP (32,2%), el Foro Asturias, el nuevo partido de Cascos, sacaría siete diputados, por encima de los tres de IU. Habría, pues, mayoría de derechas.

Tercero como mínimo

Pero el resultado final de Cascos es una incógnita. El CIS lo coloca en tercera posición, con la mitad de los votos del PP, pero otras encuestas lo sitúan por delante. Y Cascos puede hacer algún estrago y revolucionar el panorama. Fue allí el hombre fuerte de AP y luego, tanto desde la vicepresidencia con Aznar como desde el Ministerio de Fomento, cuidó la región. Y el PP asturiano está apelmazado, ya que los socialistas controlan 60 de los 79 municipios. El poder fáctico es Gabino de Lorenzo, alcalde de Oviedo y elefante local. Criticado por su estilo político y personal berlusconiano, solo se ha molestado en ir a tres plenos municipales en los últimos cuatro años. Además, Cascos encabeza una pulsión antiaparatos (del PP y del PSOE) y podría cazar votos socialistas e incluso de IU.

La candidata popular -aceptada al final por la dirección de Génova a instancias del PP asturiano- tiene carácter pero es vista como un peón de Lorenzo. En realidad, Rajoy no aceptó a Cascos porque desconfía -puede temer que encabece una rebelión derechista a favor de Esperanza Aguirre-, pero también porque el antiguo general secretario exigió una purga de caballo en el partido asturiano, a cuya cúpula desprecia.

El fenómeno Cascos es la gran incógnita. Pero nadie cree posible que si la suma del debilitado PP asturiano y del Foro Asturias logra la mayoría absoluta, el PSOE siga gobernando. Y el CIS da al PP 16 diputados (cuatro menos que en el 2007), pero otorga siete al Foro Asturias. En total, 23, mayoría absoluta pelada. Por encima de los 19 diputados del PSOE (tres menos) y los tres de IU (uno menos).

La derecha puede ganar pero también puede perder. Y la segunda bomba de Cascos puede consolidar al PP a nivel nacional, permitiéndole gobernar una autonomía más o, por el contrario, volver a ser cruenta y abrir otra crisis en Madrid si los resultados globales decepcionan y Aguirre quiere ejercer de lideresa.