Artur Mas, un joven cumplidor

El 'president' llegó en 1982 como interino a la Generalitat, milita en CDC desde 1991 y pugnó por ser alcaldable

Artur Mas, el pasado día 19, antes de un mitin en Girona.

Artur Mas, el pasado día 19, antes de un mitin en Girona. / EM JRM**LON**

TONI SUST / Barcelona

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"Me he permitido venir con mi hijo. Ha acabado los estudios y te lo he traído para que veas que es 'eixerit'". Un día de 1982, el entonces 'conseller' de Comerç, Consum i Turisme, Francesc Sanuy, escuchó en su despacho estas palabras de un padre ilusionado. El joven aludido y allí presente eraArtur Mas Gavarró. Tenía 25 años, lalicenciatura de Económicas y ganas de prosperar. Y apuraba su soltería.

Atesoraba una experiencia empresarial embrionaria en un grupo participado por Magomo (Mas, Goberna i Mosso), compañía dedicada a la producción de material de logística y elevación de la que era cabeza visible su padre,Artur Mas Barnet. Este era amigo de Sanuy, quien como director de la Fira de Barcelona había colaborado con él en el objetivo de reflotar el organismo: "Mas padre nos ayudó gratis, como los empresarios de entonces. Era el jefe de la dinastía de los Mas de Vilassar, descendiente de marinos que viajaban a Suramérica". En aquella reunión, se forjó el primer contacto con la Generalitat de quien ahora la preside. "No es un enchufado", subraya Sanuy consultado.

Sin vacaciones pagadas

Mas participó en una especie de concurso junto con cinco o seis rivales y ganó, recuerda el entonces secretario general de la conselleria,Andreu Gispert. Entró como interino a las órdenes del director general de Promoció Comercial,Francesc Granell, y cuando, ese mismo año, se casó conHelena Rakosnik, ni siquiera le pagaron los días de vacaciones que destinó alviaje de boda. Gispert, encargado de tomar este tipo de decisiones, no cree que fuera capaz de regatearle así el dinero. Pero Sanuy recuerda ese hecho perfectamente. Y Mas lo certifica: "No me los pagaron".

El hoy presidente de CiU se convirtió enseguida en el empleado del mes."Lo hacía de coña", proclama Gispert. "Nos hacía quedar bien. Quedaba bien él y quedaba bien el Govern. Hablaba idiomas, no daba codazos", agrega Sanuy, quien añade: "Quizá no tenía todas las virtudes para ser un líder carismático, pero es el mejor gestor que he conocido que puede tener la Generalitat. Por su tenacidad. Ha madurado y no ha abandonado". Mas no tenía intención de pasarse la vida en el sector público. En 1986, unas oposiciones le dieron la oportunidad de lograr una plaza de funcionario. Lo descartó.

Fiebre alta y disciplina

Ese mismo año, prosperó. Tras ejercer como jefe de servicio de Fires, fue elegido director general de Promoció Comercial. Estaba en casa, con fiebre alta, cuando Gispert le pidió que se presentara, que debía comunicarle algo. Disciplinado, acudió sin saber que iba a ser ascendido. En ese cargo, afirma Mas, disfrutó especialmente: viajaba constantemente, centrado en la promoción de Catalunya en el exterior.

En 1988, fichó por Vilassar Internacional, filial de Tipel, la empresa de curtidos de la que era accionistaLluís Prenafeta, mano derecha deJordi Pujol en el Govern. Suele citarse este hecho como una prueba de la ya lejana cercanía de Mas con Prenafeta y la familia Pujol. Y se suele apuntar a que fue la esposa del 'president', Marta Ferrusola, la primera en encontrarle virtudes.

Ocho años en el ayuntamiento

Mas repite que ha estado en los dos lados de la mesa, el público y el privado, pero su paso por el segundo no es una historia de éxito. El nacionalista estuvo cinco años en Tipel y recuerda en qué quedó todo: "Al final teníamos que vender activos para pagar las nóminas". En el momento en el que estaba cerca de dejar la Generalitat para marcharse a Tipel, en 1987,Josep Maria Cullell le ofreció un puesto en la candidatura de CiU por Barcelona cara a las municipales de aquel año.

"Si no lo hubiera aceptado, no habría seguido en política", sostiene Mas. Combinó unos años el consistorio con el sector privado. El ayuntamiento marcó su carrera: primero por entrar en él y luego por abandonarlo. Le dedicó ocho años de su vida. Y más que le habría dedicado si hubiera podido. En 1987 era el noveno de la lista. A su lado aparecían las siglas de CDC, pero seguía sin ser militante. No se apuntó al partido hasta 1991. La vida municipal le apasionó.

De la oposición a la secesión

Una década más tarde, Mas ya era 'conseller' de Política Territorial. El 6 de abril de 1997 participó en el que se considera su primer mitin de envergadura, en una fiesta de la federación de Barcelona de CDC, Junto con Pujol, atacó en su discurso al alcalde de Barcelona, Pasqual Maragall. Para ese entonces, Mas había renunciado por primera vez a su sueño: ser el cabeza de lista de CiU en Barcelona. Se quedó al frente de la nave desde 1993, cuando Cullell dejó el consistorio, hasta 1995. Y se valoró que fuera candidato.

El grupo municipal lo apoyaba, recuerda el veterano concejalJoan Puigdollers, quien se deshace en elogios hacia el actual líder: "Se reveló enseguida como una persona especial. No podía prever que sería 'president', pero sí que estaba por encima de la media. Sus equipos de trabajo sienten adoración por él. Es educado y próximo". Puigdollers rememora que un día las encuestas juzgaron viable una victoria de CiU en la capital catalana. Y que entonces Miquel Roca se postuló como alcaldable. Disciplinado, Mas fue su número dos. Pasadas las elecciones, dimitió como concejal para ser 'conseller' de Política Territorial i Obres Públiques, y, desde 1997, titular de Economia.

Otro pulso estaba ya en marcha. Mas quería ser candidato en 1999.Joaquim Molins, también. Y Xavier Trias figuraba en la terna, casi de relleno. Al final, Pujol citó a Mas y mantuvieron una reunión, probablemente la más decisiva para la vida del segundo. El todopoderoso líder le dijo que se olvidara de la carrera municipal, que para él tenía otros planes. "No sé si Pujol le dijo lo que quería para él. Si no, Mas debió de intuirlo", dice Puigdollers.

El despertar secesionista

En el 2001, Mas era 'conseller en cap' y delfín indiscutible. A Pujol, la épica de la transición le llevó al liderazgo. A Mas le pasó al revés. Su épica viene de años de derrota tras victorias inútiles, una presidencia marcada por la falta de recursos públicos y un súbito despertar secesionista, el suyo, trasla manifestación multitudinaria del Onze de Setembre, que dio paso a una etapa nueva, inédita e inesperada en la carrera política del presidente catalán. Queda por escribir el final de esa carrera, que según anuncio del protagonista, no está muy lejano.

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