CURIOSO MUESTRARIO DEL ESTILISMO

El templo capilar

El Museu de la Perruqueria Raffel Pagès expone 500 piezas de una colección de 8.000 El local conserva un pelo de Napoleón

Original 8 Una clienta escucha los comentarios de Raffel Pagès en su museo. Abajo, un cartel de peluquería y una colección de secadores.

Original 8 Una clienta escucha los comentarios de Raffel Pagès en su museo. Abajo, un cartel de peluquería y una colección de secadores.

PATRICIA BARAJAS / BARCELONA

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Un brazalete hecho con cabello de María Antonieta y Luís XVI y un secador de pelo permanente de los años 30 son algunas reliquias que se pueden contemplar en el  Museu de la Perruqueria Raffel Pagès (Rambla de Catalunya, 99). "Empecé la colección en 1960, cuando mi padre renovó su peluquería de la calle de Muntaner. Me quedé unos cuantos aparatos que iba a tirar", comenta Raffel Pagès, fundador y director de la cadena de peluquerías que lleva su nombre.

Año tras año, Pagès ha ido coleccionando artículos únicos e históricos en el mundo de la peluquería. "La mayoría de las piezas las he adquirido en subastas que se hacen en París", añade.  Desde decoraciones capilares fúnebres del antiguo Egipto, pasando por un pelo de Napoleón, hasta cuadros hechos con cabello utilizando la técnica del punteado sobre una base de seda.

El primer champú

La historia que esconde el brazalete de pelo de María Antonieta y Luis XVI es singular. En un embarazo de la reina consorte, su peluquero le recomendó que se cortara el cabello. Cortó siete mechones y los repartió entre sus doncellas. Años más tarde, descendientes de los reyes recuperaron uno y lo vendieron en subasta.

Además de objetos y piezas relacionadas con la profesión, Pagès cuenta con una extensa colección bibliográfica sobre la historia de la peluquería. "Tengo aproximadamente 3.000 libros que hablan de peluquería, el más antiguo es de 1560", dice. A través de cada pieza se puede ver la evolución de las técnicas utilizadas. Las primeras tenacillas, inventadas por Marcel Grateau, se calentaban con fuego.

En una de las vitrinas del museo se encuentra una muestra del primer champú comercializado de la historia. Fue creado en 1934 por Eugène Schueller, químico alsaciano, pionero también en los tintes de cabello de aplicación directa y productos de decoloración.

Otra pieza importante en la colección es la primera silla de peluquería que se fabricó en España. Una conocida marca de peluquería se la encargó a una empresa y están grabadas las iniciales del propietario en el reposapiés. Según Pagès, el cabello siempre ha tenido un significado mágico. "A las niñas se les cortaba un tirabuzón cuando hacían la primera comunión y se guardaba o se regalaba a familiares". Es por eso que el museo cuenta con una vitrina donde se pueden ver relicarios de todas las formas con colgantes, relojes y libros con cabellos.

"Hasta hace dos años los únicos visitantes que teníamos eran extranjeros. Ahora también vienen estudiantes de escuelas españolas de peluquería", comenta Pagès. Cada semana entran piezas nuevas en la colección porque el deseo del fundador es que el museo esté vivo y perdure.

Glòria Aparicio es una clienta habitual del salón Raffel Pagès y comenta que "vale la pena venir a visitar el museo porqué las piezas son únicas y muy interesantes".

El museo se puede visitar de lunes a viernes pero siempre con cita previa. La visita tiene un precio de 7,50 euros si es una entrada individual, o 3,50 euros para grupos a partir de cinco personas.

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