Josep Ventosa, campeón mundial de remo: «El mar es lo único que echo en falta en el Eixample»

<b>Es uno de los cinco remeros del CE Olímpic de Barcelona </b>que este verano navegaron 90 millas -unas 100.000 paladas- desde el puerto de Sóller (Mallorca) hasta el de Barcelona. Y todo, por una causa: la investigación del Alzhéimer. Josep Ventosa es el remero del Eixample.

Mercat de la Concepció Hijo de la pescatera Maria«AFORTUNADAMENTE, DE PEQUEÑO COMÍ MUCHO Y MUY BUEN PESCADO. MI MADRE DESPACHABA AQUÍ MERLUZAS Y RAPES», EXPLICA VENTOSA

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CARME ESCALES / BARCELONA

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Un marinero sin puerto, al menos en su distrito. El remero profesional Josep Ventosa (Barcelona, 1962) nació y siempre ha vivido en el Eixample. Pero, afortunadamente, este campeón del mundo de remo en diversas ocasiones sí puede echarse a la mar desde su propia ciudad. Desde los 13 años, Ventosa navega tripulando embarcaciones, largas y estrechas, a golpe de remo.

Él y otros cuatro remeros profesionales salvaron las 90 millas que separan los puertos de Sóller (Mallorca) y de Barcelona, el pasado julio. Fueron 20 horas de paladas sin interrupción abordo del Pasqual Maragall. La proeza sirvió para recoger fondos para la investigación del Alzhéimer, un euro por palada. La Fundació Pasqual Maragall y la Obra Social 'la Caixa' impulsaban desde tierra el esfuerzo del grupo. Remar por una causa solidaria como esta tenía más premio que las múltiples medallas conseguidas a lo largo de la trayectoria deportiva de este vecino del Eixample.

Solo al cabo de un año de empezar a remar, en 1978, Ventosa fue campeón de Catalunya y tercero de España. Dos años después, obtuvo la medalla de campeón de España en la categoría de juvenil. Ha formado parte de la selección española de remo y ha recogido cinco medallas en campeonatos de España y otras tantas en campeonatos de Europa y mundiales de remo. Y remando también fue olímpico en Barcelona.

Un pueblo entre dos paseos

Ventosa nació en la clínica de Santa Madrona. A su padre, del Penedès, lo habían enviado a Barcelona para estudiar. Aquí conoció a su madre, Maria, oriunda del Pallars Jussà, que tuvo una parada de pescado en el Mercado de la Concepció.

Josep Ventosa estudió diseño  industrial en la escuela Elisava. Pero antes, se sacó el bachillerato en el instituto más antiguo de  Barcelona, el Jaume Balmes (Pau Claris, 121). "Vivíamos en Consell de Cent con Bailèn", precisa. "Todo lo teníamos cerca. Mi pueblo lo limitaban el paseo de Sant Joan y el paseo de Gràcia", define.

"En aquel entonces, el Eixample no era un barrio pijo como es ahora. En ese sentido sí que ha cambiado mucho. La gente de entonces era de clase media y muchos de ellos han tenido que irse por el aumento del coste de la vivienda. La mayoría de mis compañeros de la escuela viven fuera del barrio y, algunos, fuera de Barcelona. Yo he tenido suerte", expresa Ventosa.

Suerte porque a él el Eixample le parece un distrito céntrico y cómodo. "El mar es lo único que echo en falta aquí", dice el remero, que sigue compitiendo en certámenes internacionales con compañeros veteranos del remo.

El deportista Josep Ventosa no se ha movido nunca del Eixample, siempre ha vivido en él. Se puede decir que solo sale para trabajar, en Les Corts, y para remar. En el Eixample, el agua más cercana para colocar su barca es la del estanque de los jardines de la Torre de les Aigües (Roger de Llúria, 56). El Port Olímpic y el Fòrum son sus zonas de entreno habituales.

Falta de aparcamiento

Y puestos a echar en falta, Ventosa considera que su barrio de siempre tiene algunas lagunas. "En mi opinión, faltan zonas de aparcamiento, porque la solución del área verde aquí no funciona mucho", apunta. "También pienso que, aunque el barrio ha mejorado mucho, espacios verdes no hay", añade. La plaza de Tetuan es uno de las pocas zonas ajardinadas. Y él, concretamente, no guarda un buen recuerdo de su época de infancia en él. "Debía tener 5 o 6 años y un columpio que había me golpeó la boca. Me dejé todos los dientes de delante", dice.

Haciendo un barrido hacia el pasado, este vecino explica: "En general, el La Dreta de l'Eixample no ha cambiado tanto. Hay más hoteles y menos comercios tradicionales. También hay más restaurantes, y eso le da mucha más vida». "Algunos comercios de siempre han ido cerrando, y otros se han transformado", explica el vecino, que cita algunos ejemplos: "Can Reñé, por ejemplo, en Consell de Cent, 363, era la pastelería de toda la vida, confitería y bombonería, y en la actualidad es un restaurante precioso. Carillo, pero siempre está lleno".

"También el Forn de Betlem (Girona, 70), la panadería de siempre, es hoy un espacio donde también se pueden hacer degustaciones", informa. Los tiempos cambian y el Eixample de Josep Ventosa no ha sido ajeno a ello. Otro de los establecimientos que pone como ejemplo es el restaurante Can Ravell (Aragó, 313), inaugurado en 1929 como ultramarinos, antes de ser charcutería selecta y, hoy, es otro restaurante más de su barrio.