Josep Brugada, cardiólogo: "El Eixample, como la ciudad, late a dos ritmos diferentes"

El especialista en arritmias y muerte súbita Josep Brugada nació en Banyoles y ejerce de 'banyolí' como auténtico militante de su lugar de nacimiento. Pero desde los 16, cuando empezó a estudiar Medicina, está vinculado a Barcelona. El Eixample fue su diana en la ciudad.

El cardiólogo del Clínic toma el pulso a sus lugares de referencia en el Eixample

La Piazzenza El refugio gastronómico junto a casa«VIVIR  SOLO EN BARCELONA, REGRESANDO A CASA TARDE MUCHAS NOCHES, HIZO QUE VINIERA MUCHÍSIMO A ESTA PIZZERÍA (AVENIDA DE  GAUDÍ, 27)».

La Piazzenza El refugio gastronómico junto a casa«VIVIR SOLO EN BARCELONA, REGRESANDO A CASA TARDE MUCHAS NOCHES, HIZO QUE VINIERA MUCHÍSIMO A ESTA PIZZERÍA (AVENIDA DE GAUDÍ, 27)».

CARME ESCALES / BARCELONA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

El año en el que deportistas de élite de todos los países aterrizaron en Barcelona para competir en los Juegos Olímpicos, en 1992, apenas se sabía nada de la muerte súbita en el mundo. Pero ese mismo año se dio a conocer a la comunidad internacional lo que tres hermanos gerundenses, médicos e investigadores, habían logrado describir científicamente un año antes los agentes asociados al trastorno genético que predispone a presentar arritmias ventriculares y muerte súbita.

Josep Brugada (Banyoles, 1958) es uno de los tres hermanos responsables de que el hallazgo mundial lleve apellido catalán. El síndrome Brugada, la patología genética descrita por Pere, Ramon y Josep Brugada formó parte de los proyectos de investigación sobre enfermedades cardiovasculares que protagonizaron La Marató de TV-3 hace siete años y que el próximo 14 de diciembre volverá a pedir ayuda para estudiar las enfermedades del corazón.

BARRIOS 'CARDIOPROTEGIDOS'

Una de las paradas que Josep Brugada realiza en el recorrido de sus lugares importantes en el distrito del Eixample es la primera farmacia de la ciudad que se aseguró un desfibrilador, el sencillo aparato de salvamento ante una muerte súbita. «Con ellos, las farmacias tienen una herramienta más como puntos de protección. El Gobierno las había convertido en recaudadores de impuestos, pero los farmacéuticos son agentes sanitarios en el barrio», declara Brugada, en la farmacia Torres de la calle de Aribau. Fue la pionera del proyecto Barcelona, ciudad cardioprotegida, que impulsa la Fundació Brugada con otros entes y que pretende dotar de un desfibrilador a las 1.048 farmacias de la ciudad. «Por el momento, ya hay entre 80 y 100 farmacias que lo tienen, y a posteriori queremos que se instalen también en mercados, en el metro y en centros públicos», afirma el cardiólogo del Hospital Clínic.

Dos días antes de viajar a Maputo (Mozambique), donde Brugada y un equipo auspiciado por la Fundació Brugada, Axa y la asociación Barcelona Salut han montado una unidad de arritmias, el doctor gerundense pasea por la avenida de Gaudí, donde está el piso en el que se instaló a vivir, de lunes a viernes, cuando se estableció en Barcelona, en 1991.

«Aunque también está en el Eixample, el distrito al que llegué por primera vez en Barcelona, como estudiante, aquí en la avenida de Gaudí tuve la sensación de que esto era diferente. Tal vez los árboles y los comercios tan cerca de casa me hicieron sentir más como en Banyoles», recuerda Brugada. «Durante 10 años subía y bajaba a Banyoles cada fin de semana para mantener el caliu del pueblo, como banyolí militante, pero cuando mis hijos fueron ya universitarios decidimos instalarnos todos en Barcelona», explica. «Antes de hacerlo, quisimos ir acostumbrando a nuestros hijos a la ciudad. Era un gran cambio. Ellos estaban acostumbrados a ir en bicicleta a la escuela. Y mi hijo me decía: 'Pare, Barcelona fa pudor'. Era su manera de decir que no le gustaba la ciudad», relata el cardiólogo.

«Durante muchos años, para mí Barcelona fue el Eixample y más en concreto el edificio y la manzana de la Facultad de Medicina, cerca de la cual me alojé como estudiante», recuerda Brugada. «Sabía que en los barrios del norte vivían los ricos, a quienes mirábamos de lejos, y en los extremos de la periferia vivía gente más obrera y pobre. Gràcia ni la conocía entonces. Yo vivía en un entorno bastante protegido. Estudiaba mucho y bajaba la ropa limpia y las fiambreras de comida que mi madre me preparaba», explica.

Acabada la carrera, en 1981, Josep Brugada trabajó como médico de cabecera en Riudarenes (Selva), hizo su especialidad de Cardiología en Montpellier y estuvo cuatro años en Maastrich, alternando la investigación con la atención a pacientes. «A finales de 1991, el jefe de servicio de Cardiología del Hospital Clínic me propuso venir a montar la primera unidad de arritmias de España», explica el médico, que buscó entonces piso cerca de la Sagrada Família.

«El barrio de la Sagrada Família es absolutamente espectacular. Ahora me siento un urbanita convencido, me encanta Barcelona», expresa. Observando la ciudad, y el Eixample, que es donde más vida hace a diario, el cardiólogo emite su diagnóstico sobre el distrito. «El Eixample, como la ciudad, late a dos ritmos diferentes. Por un lado, la población envejece, y en muchos casos con mayores dificultades por el efecto de la crisis -afirma-. Por otra parte, se respira también un aire joven, y ganas de recuperarse y crecer en mercados, comercios, hospitales y centros de investigación». «La crisis ha sido una gran arritmia social», formula Brugada.