Caminatas veteranas

'Casals' de personas mayores de Sant Martí organizan rutas por el distrito los jueves

A buen ritmo 8Un grupo de jubilados, en una de las marchas semanales por Sant Martí.

A buen ritmo 8Un grupo de jubilados, en una de las marchas semanales por Sant Martí.

ANNALISA PALUMBO / BARCELONA

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Calzado cómodo, mochilas, gafas de sol y algunos sombreros constituyen el uniforme de las Caminades urbanes, rutas por el distrito de Sant Martí organizadas cada jueves por la mañana por los casals de gent gran casals de gent grandel distrito.

«Traer la mochila llena de buen humor», es la sugerencia que aparece en los folletos que explican la ruta que se va a recorrer. Siete kilómetros en dos horas. A cada paso corresponde una sonrisa, charlas, bromas, consejos e intercambio de experiencias vitales. «Me encanta la relación humana que se establece durante estas dos horas», explica Josep Rodríguez, el Rodri.

SIETE KILÓMETROS

Con 70 años, este ingeniero técnico industrial jubilado da clases de catalán y castellano en los casals de Sant Martí, y también se ocupa de las rutas. Piensa en el itinerario, calcula exactamente los kilómetros, el recorrido, los sitios de interés a lo largo del camino. «Al principio, estas caminatas fueron pensadas como rutas culturales, pero hemos entendido que lo que realmente quiere la gente es andar en compañía», sigue el Rodri.

Por eso los descansos durante los siete kilómetros son realmente escasos. De vez en cuando el grupo se para a escuchar informaciones breves sobre edificios o puntos del distrito. Otras veces son los semáforos quien interrumpen los pasos rápidos de estos caminantes.

El pasado jueves la ruta salió del Casal Joan Casanelles (Concili de Trento, 35), pasando por el Parc Esportiu de la Mar Bella, el Fòrum y el edificio de Telefónica. Una treintena de jubilados, más mujeres que hombres, andan bajo un cálido sol otoñal. «Las niñas, a ponerse morenas», bromea un caminante.

Las conversaciones varían, interrumpidas de vez en cuando para comentar algo sobre el recorrido. Los nudistas de la playa generan un debate sobre la edad adecuada para quitarse la ropa, pero rápidamente se habla de la comida que les espera en casa. «Es mi primera vez», cuenta Adolf Guerrero, de 67 años. «Vi el folleto y decidí apuntarme», explica.

Una pareja cierra la cola. Son María Fernández, de 69 años, y su marido, Josep Maria Llobet, de 71. Llevan cuatro años participando en las rutas. «Siempre controlo que nadie se quede atrás», explica Llobet, mientras mira detrás. Manuel Nieto, de 72, y cinco de paseos, confiesa: «Cuando me jubilé se me caía el mundo encima. Me encantan estas rutas porque le doy mucho a la lengua. Aquí escucho y doy consejos».

De vuelta al casal, se reúnen para comentar la ruta. Y mañana jueves se pondrán otra vez un calzado cómodos para salir desde otro casal y andar siete kilómetros más.