UNA VECINA DEL EIXAMPLE

Ada Parellada: "Trabajar tanto para alegrar a la gente no es un drama"

La prestigiosa cocinera de Granollers, que dirige el Semproniana, disfruta de su barrio en donde pasa muchas horas

Ada Parellada, en el puesto de frutas y verduras Macià del mercado del Ninot, que abastece al Semproniana.

Ada Parellada, en el puesto de frutas y verduras Macià del mercado del Ninot, que abastece al Semproniana.

CARME ESCALES / BARCELONA

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Antiguos muebles de escritorio, libros viejos, de los años 30 o más, techos altos, un auténtico loft, inmenso. Así era el local que ocupó 60 años la editorial Miquel, en el número 148 de la calle de Rosselló. Y ese fue el espacio que Ada Parellada (Granollers, 1967), con 25 años en aquel momento, y estudiante de Derecho en Barcelona, pidió visitar. "Yo estaba en la universidad porque en casa (es la última de ocho hermanos de la saga de restauradores amos de la Fonda Europa de Granollers) nuestro padre nos inculcó que, menos el mayor de nosotros, heredero del negocio, el resto teníamos que estudiar una carrera", explica Parellada. "Tú de grande tienes que ser clienta, me decía a mí", recuerda.

Parellada llegó a completar cuatro años de Derecho, pero lo hizo siempre fabulando -casi en silencio, porque su novio de entonces, su marido hoy, sí lo sabía- que ella abriría un restaurante. Al menos aquel era su deseo. Y un día, caminando por el Eixample, vio, en aquel local de Rosselló, un cartel de Se alquila. Y llamó.

JUVENTUD VALIENTE

"Era un escenario de película", rememora. En él imaginó el negocio que 23 años después todavía regenta, y con gran éxito. "Me enamoré. Dije: 'Esto será mi restaurante'". Y dicho y hecho. Contrató a Joan, su buen amigo de Granollers, que tenía 23 años, al que consideraba ya un superbuen cocinero, y preparó el gran cóctel de su vida: horas y horas de trabajo, y muchísima ilusión.

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"Abrí un miércoles, y dos días después, viernes, entraron los primeros clientes que no eran ni familiares, ni amigos míos -recuerda- Era una familia cuyos hijos aún son clientes y amigos del Semproniana", dice la autora de libros de cocina y de la novela de amor Sal de vainilla También con mucho amor, Parellada ha recorrido kilómetros en el Eixample, pero casi todos en ese local que un día la enamoró. "Mis hijos no entienden por qué apenas conozco la ciudad", comenta.

UNA CALLE ESPIRITUAL

La iglesia de Nostra Senyora del Sagrat Cor, sobria, enorme, blanca, "que cada 20 de noviembre aún celebra una misa por la muerte de Franco", -apunta Parellada-, marca territorio frente a su restaurante. Suerte que, para compensar esa institución apoltronada en el NO-DO, está, al lado, la Casa del Tíbet. "Allí entran y salen personas vestidas de naranja, sobre todo, y otras siempre con trajes coloridos", dice la cocinera.

"Sí, esta es una calle muy espiritual", añade. Espiritual, y sin mucha fortuna para los negocios. "Desde que estamos aquí, en casi todos los locales han rotado. Como el hospital y la Escola Industrial cortan la calle, sobre todo la gente de comarcas y los extranjeros se desesperan", explica. "Yo digo en broma que, en Rosselló, al otro lado del Clínic, está el cementerio de los extranjeros perdidos, que salen del metro (Clínic, línea 5) y no nos localizan", afirma.

La empresaria sigue poniendo en sus días más horas de trabajo casi que las de un reloj. Acaba de inaugurar una churrería en Sant Cugat del Vallès de la franquicia www. comaxurros.comQuieren recuperar el churro y coger las churrerías que vayan a cerrar. "Trabajar tantas horas para ver a la gente alegre no es un drama", confiesa.

En cambio, sí que resulta un drama el despilfarro de alimentos, una lucha en la que ella está involucrada totalmente de la mano de proyectos como www.espi goladors.cat. Hoy, su cita está en Granollers, en el Dinar d'aprofitats : "Dos veces al año, espigo sobrantes de comercios del barrio, en el Eixample, para la cena Gastrorecup".