La universidad podrá ofrecer grados de 3 años y másteres de 2

Aula de la Universidad Pompeu Fabra, en el campus de la Ciutadella, en Barcelona.

Aula de la Universidad Pompeu Fabra, en el campus de la Ciutadella, en Barcelona.

TONI SUST / BARCELONA

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El Consejo de Ministros aprobará hoy salvo sorpresa de última hora la reforma universitaria que dará paso a los grados de tres años, otro hijo controvertido del ministro de Educación, José Ignacio Wert, y una cuestión compleja que suscita no pocos rechazos y muchas dudas. El decreto servirá para que las universidades puedan modificar el planteamiento actual (carreras de cuatro años y másteres de uno) para hacer tres de carrera y dos de máster, aproximándose de esta forma al funcionamiento que rige en la mayoría de los países europeos. Del rechazo que causa la iniciativa dio fe ayer la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas (CRUE) que cargó contra la reforma y anunció para el lunes una asamblea sobre el tema.

La secretaria de Estado de Educación, Montserrat Gomendio, negó que esto vaya a acarrear un mayor coste económico para las familias y recordó que las universidades podrán elegir entre abordar o no los cambios. Pero no se quedó aquí. Llegó a afirmar que de hecho las familias ahorrarán 150 millones de euros, claro que eso será a costa de hacer una carrera de tres años y no de cuatro, y renunciar a cursar luego un máster. Solo así saldría más barato. No convenció a casi nadie.

La iniciativa presenta problemas potenciales, de índole académica y económica, esencialmente. De entrada, es voluntaria, con lo que una universidad puede asumirla y otra no, sin límite de fecha. Eso abre la puerta a un escenario potencialmente discriminatorio: podría suponer que estudios de la misma materia tengan duraciones distintas: un grado de matemáticas de tres años y otro de cuatro podrían convivir, con todos los problemas que ello puede conllevar, por ejemplo, para la contratación futura del graduados. Lo que seguro que sucederá es que convivan grados de tres y cuatro años en materias distintas.

Otras cuestiones preocupan también a universidades, sindicatos y estudiantes. De entrada, el precio. «Un crédito de grado cuesta 30 euros. Uno de máster, 45», explica Juan Jesús Donaire, vicerrector de Profesorado y Ordenación Académica de la UAB. La operación es sencilla: dos años de máster son más caros que uno de grado y uno de máster. «Los grados de cuatro años no han tenido recorrido suficiente», dice considerando que el cambio es también precipitado en clave académica.

«La línea roja es proteger la igualdad de oportunidades de los alumnos», agrega. Los estudios, subraya, resultarán más caros. Y compara: «Hay que recordar que en Francia un máster es seis veces más barato que en Catalunya». Un máster cuesta en las universidades españolas un mínimo de unos 3.000 euros por curso (actualmente, uno solo).

Otro riesgo que cita Donaire: si las carreras pasan de cuatro a tres años, bajarán de 240 créditos a 180. Dado que la financiación va vinculada al crédito, eso supondría menos dinero para el centro. Lo juzga «innegociable». Más madera: por lógica, menos créditos y menos dinero llevan a menos profesores: «De eso no vamos ni a hablar», afirma el vicerrector de la UAB, que lo considera absolutamente inaceptable.

«Lo que no puede ser es que se cargue sobre el estudiante un cambio de estructura académica», dice Gaspar Roselló, vicerrector de Política Académica y Calidad de la UB, que coincide con Donaire y ve como solución «que el precio de los créditos de grado y de máster se aproximen». Cinco cursos, tres de grado y dos de máster o cuatro más uno, costarían lo mismo: «Hay que estudiar cuál debe ser la estructura. No todos han de ser grados de tres años».

APLICACIÓN EN EL CURSO 2016-17

Fuentes de la Secretaria d'Universitats refrendaron el apoyo del Gobierno catalán a pasar a grados de tres años pero apuntaron matices. Una vez se apruebe el decreto, el Govern quiere consensuar con las universidades, en el Consell Interuniversitari, una aplicación uniforme en Catalunya. También advirtieron de que consideran que el plan no podría entrar en vigor hasta el curso 2016-17.

Estudiantes y sindicatos cargaron contra las intenciones de Educación y anunciaron movilizaciones. Lo hizo, por ejemplo, la secretaria general del Sindicato de Estudiantes, Ana García, que denunció que se intenta echar de la universidad a los estudiantes con menos recursos.