NUEVO CURRÍCULO DE UNA MATERIA OPTATIVA

La Religión evaluable de Wert resucita los rezos en la escuela

Wert, entre las ministras Báñez y Pastor, el martes en el Congreso, en el debate sobre la nación.

Wert, entre las ministras Báñez y Pastor, el martes en el Congreso, en el debate sobre la nación.

ANDREAS GONZÁLEZ / BARCELONA

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Si el temario de la nueva asignatura de Historia de España de bachillerato llegó a ser tachado de «aberrante» y «casposo» por los académicos, por su sesgo ideológico y las omisiones al abordar sobre todo el franquismo, incluido el papel de la Iglesia en la dictadura, algo más contundente, si cabe, ha sucedido ahora con los currículos que el ministerio que dirige José Ignacio Wert ha aprobado para la asignatura de Religión de los alumnos de educación obligatoria -primaria y ESO- y bachillerato. El temario, cuyo contenido ha sido elaborado por la Conferencia Episcopal, de acuerdo con los acuerdos suscritos con la Santa Sede, propone actividades como que los alumnos de primero (6 años) «expresen con palabras propias el asombro por lo que Dios hace», identifiquen y enumeren «los cuidados que reciben en su vida como don de Dios» o memoricen y reproduzcan «fórmulas sencillas de petición y agradecimiento». Una formulación ambigua que sin embargo abre las puertas de par en par para que se puedan recuperar los rezos en las aulas.

Con la LOMCE, la asignatura de Religión continúa siendo optativa para los alumnos, aunque pasa a ser una materia evaluable, lo que significa que los resultados de los exámenes -por ejemplo, contestar 'correctamente' «que el hombre es capaz de hablar con Dios»- cuentan para la nota media o, por ejemplo, para obtener una beca. En bachillerato, al diferencia de primaria y ESO, los centros son libres de decidir si ofertan la materia o no, dado que se encuentra entre las asignaturas de libre asignación.

«EXPRESAR LA GRATITUD A DIOS»

La propia Conferencia Episcopal admite que el currículo, publicado el martes en el BOE, «es confesional», aunque niega que su finalidad sea «catequética o de adoctrinamiento», según su responsable en materia de enseñanza, José Miguel García. Algo que, sin embargo, una mera lectura del texto echa por tierra. Así, por ejemplo, en segundo curso de primaria se establece como uno de los criterios de evaluación que los alumnos reconozcan «la incapacidad de alcanzar por sí mismos la felicidad» y se propone que estos expresen, «oral y gestualmente, de forma sencilla, la gratitud a Dios por su amistad».

En el caso de primaria, además, desaparecen del currículo las referencias explícitas a otras religiones, como el islam o el judaísmo (lo que sí se mantiene en el bachillerato), algo que en anteriores ocasiones se había aprovechado para defender la compatibilidad de la clase de Religión en un sistema educativo que se proclama laico. Y tampoco se incluyen debates sobre cuestiones como el aborto y la eutanasia, que podrían contravenir el dogma de la Iglesia.

Fuentes del departamento que dirige Wert aseguraron ayer que Educación, «como ha hecho siempre», no entra a valorar» el contenido del currículo, dado que es a la Conferencia Episcopal «a quien corresponde definirlo» y el papel del ministerio se ciñe obligatoriamente «a comprobar que se incluyen unos contenidos, unos criterios de evaluación y unos estándares de aprendizaje evaluables».

«PONER ORACIONES EN COMÚN»

Uno de los aspectos más polémicos del nuevo temario, la posibilidad de que los alumnos vuelvan a rezar en clase, podría introducirse también por la tangente en otros cursos, como en tercero de primaria, donde se propone que el alumno recopile y ponga «en común con sus compañeros oraciones que la comunidad cristiana utiliza cotidianamente».

En secundaria y bachillerato, los respectivos currículos ponen el acento en otras cuestiones como argumentar el origen del mundo, la «intervención de Dios en la historia» y el papel de la Iglesia «al servicio de la verdad». En el bloque Relación entre la razón, la ciencia y la fe de bachillerato, los alumnos que escojan la asignatura tendrán una inmersión en toda regla en las teorías creacionistas y se evaluará que se esfuercen en «comprender el origen divino del cosmos» y que este «no proviene del caos o el azar». También en el caso de los estudiantes de primero de ESO se valorará que sepan «reconocer que la realidad es don de Dios». Para ello, deberán «argumentar el origen del mundo y la realidad como fruto del designio amoroso de Dios».

El temario reserva asimismo un espacio a la promoción de la propia Iglesia. Así, en el apartado La autoridad eclesial al servicio de la verdad, los alumnos deberán «reconocer y valorar en la Iglesia distintas figuras que son autoridad, identificar «acontecimientos de la historia en los que la Iglesia ha defendido la verdad del ser humano», e investigar y debatir «sobre las iniciativas eclesiales de su entorno que colaboran en la construcción de la civilización del amor».