LA DESAFECCIÓN LLEGA A LAS AULAS

Los padres hacen novillos

El ampa del colegio Les Acàcies hace preparativos para el próximo Sant Jordi.

El ampa del colegio Les Acàcies hace preparativos para el próximo Sant Jordi.

MARÍA JESÚS IBÁÑEZ
BARCELONA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Los recortes han aumentado, más si cabe, la apatía. Si ya en épocas de bonanza económica la implicación de las familias en la escuela era más bien escasa, los ajustes presupuestarios y algunas medidas adoptadas por la Administración (la supresión de la sexta hora en primaria o la implantación de la jornada intensiva en secundaria) las han alejado aún más. La desafección crece, como demuestra el que solo un 9,6% de los padres que estaban llamados a votar en las últimas elecciones a consejos escolares ejercieran en Catalunya su derecho. Justo en un momento crítico para la enseñanza pública.

Este resultado rompe con la tendencia que venía registrándose en los últimos años en este tipo de comicios, en que la participación de las familias se estaba manteniendo estable por encima del 10%. Y eso que esta vez, en pleno proceso electoral, la Conselleria d'Ensenyament aprovechó para presentar una campaña llamando a la corresponsabilidad educativa de los padres y apelando a su papel en el éxito escolar. No hubo manera: como suele ocurrir en estas elecciones, los más activos fueron los padres de guarderías y jardines de infancia, con una tasa de participación del 32,9%. Los que menos se implicaron, el 2,6%, fueron los que tienen hijos en el instituto.

Han sido las primeras votaciones a consejos escolares con Irene Rigau al frente de la Conselleria d'Ensenyament y con José Ignacio Wert al mando del Ministerio de Educación, recuerdan algunos para justificar la falta de entusiasmo de los progenitores. «En realidad, la escuela está haciéndose eco del signo de los tiempos: estamos viviendo, en todos los ámbitos, no solo en el educativo, un alejamiento de los ciudadanos respecto de las estructuras preestablecidas», reflexiona Marta Comas, investigadora de la Fundació Jaume Bofill y coordinadora del macroestudio 'Famílies amb Veu' que está llevando a cabo la entidad.

«Teniendo en cuenta que el consejo escolar es el órgano de participación de los distintos sectores de la comunidad educativa en el gobierno de colegios e institutos, el hecho de que los padres le den una importancia tan relativa se puede interpretar como que también ellos relativizan el peso de su voz en estos órganos de participación formal», constata. Lejos de tratar de incorporar a las familias en la toma de decisiones escolares, recuerda Comas, la reforma educativa que prepara el ministro Wert «tiene previsto reducir aún más ese peso, en favor de los directores de centro»

TAMBIÉN LAS AMPAS / El problema, sin embargo, no afecta solo a los consejos escolares, sino también las asociaciones de madres y padres de alumnos (ampas) -organizaciones de afiliación voluntaria que ofrecen servicios y organizan actividades extraescolares-, que han constatado cómo en los últimos años, con la crisis, ha caído el número de familias asociadas y, sobre todo, el número de usuarios de los servicios que prestan. «El problema de la falta de implicación no es nuevo, pero quizás sería hora de que las autoridades educativas y las propias escuelas se plantearan cómo incentivarla», observa Maria Vinuesa, de la Associació de Mestres Rosa Sensat.

Comas cree que decisiones como la supresión de la sexta hora en las escuelas públicas, la ampliación de la ratio en las aulas o la implantación de la jornada intensiva en los institutos (medidas de ahorro en las que los gobiernos no han tenido en cuenta el parecer de los padres) no hacen más que alimentar la desafección. Son disposiciones, recuerda la técnica de la fundación Bofill, que afectan de forma directa a las familias, que se ven obligadas a, como mínimo, adaptar la jornada laboral de los padres a los nuevos horarios infantiles.

Y eso que, según atestigua Anna Ramis, asesora del área de Educación de la fundación de la Escola Cristiana de Catalunya, una de las principales patronales de la concertada, en los últimos años «se está apostando, cada vez más, por devolver a los padres el poder de educar a sus hijos y se ha demostrado que, a mayor implicación de las familias, mejor es el rendimiento académico de los hijos».

A TODAS LAS EDADES / Eso vale también, advierten las pedagogas, para las etapas de ESO, bachillerato y formación profesional. «Cuando el niño crece, en secundaria, el diálogo entre adultos, es decir entre padres y profesores, ha de ser más fluido que nunca», dice Ramis. Dar autonomía a los hijos no está reñido con el hecho de estar pendientes de ellos, «sino que, al contrario, dadas las complicaciones de la adolescencia, es más importante que nunca que la familia y el profesor estén en contacto», agrega. «Aunque los padres tengan la impresión de que su voz ya no se escucha», añade Comas.

La misión no es fácil, admite Àlex Castillo, presidente de la federación de ampas de Catalunya (Fapac). La entidad, que ha puesto en marcha una campaña para «dar visibilidad a las actividades que hacen las familias en la escuela», con premios a las iniciativas más destacadas, es consciente de que «siempre habrá gente que pase del colegio de sus hijos», admite Castillo. Con todo, agrega, hay «otras familias que, con la debida atención y acompañamiento, seguro que acabarán por comprender que colaborar con la escuela redunda en el bien de los niños». «Nuestra campaña quiere ser como una gota malaya, que incida en los valores positivos de la participación», dice.