La guerra contra los copiones electrónicos en la selectividad no detecta infractores

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MARÍA JESÚS IBÁÑEZ / BARCELONA

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Ni uno. Los técnicos de la Generalitat que desde el martes rastrean las aulas donde se realizan las pruebas de acceso a la universidad (PAU) en busca de estudiantes que estén copiando los exámenes con dispositivos electrónicos han llegado al ecuador de la selectividad sin haber ‘pillado’ a ningún infractor. Quizás alertados por la intensificación de las medidas de control o, simplemente, porque no les hace falta hacer trampas, el caso es que hasta el mediodía del miércoles ningún alumno había sido sorprendido utilizando pinganillos u otros artilugios similares, a modo de chuleta.

Eso no significa, aseguran los organizadores de la PAU, que la experiencia haya sido un fracaso. Al contrario, subrayan, significa que se ha conseguido el efecto disuasorio que se perseguía. Aunque las visitas de los ‘cazadores’ de copiones se están haciendo por sorpresa, sin previo aviso a los estudiantes para así poderlos atrapar in fraganti, el objetivo es, insiste Mercè Jou, secretaria general del Consell Interuniversitari de Catalunya (CIC), asegurar que los exámenes son verdaderamente un mecanismo que garantiza la igualdad de oportunidades entre los aspirantes a entrar en la universidad.

Los controles en el interior del aula los realiza una sola persona (tampoco se trata de que los alumnos pierdan concentración), que va equipada con un sensor capaz de “captar frecuencias y que permite escuchar cómo una persona recibe un mensaje”, ha detallado Jou. Los rastreos continuarán hasta el final de las pruebas de selectividad este jueves, ha avanzado la secretaria del CIC. Hasta el momento, los barridos han seguido un “muestreo aleatorio” en diferentes centros educativos, no solo en la ciudad de Barcelona.

¿Por qué se ha decidido justamente este año aplicar estos controles? Según Jou, porque era necesario adaptarse a unas nuevas tecnologías que han "sofisticado" las técnicas de copiado. Responden también a los avisos que en los últimos tiempos vienen dando profesores universitarios y organizadores de grandes convocatorias de pruebas de selección, que han visto crecer el uso clandestino de dispositivos electrónicos en los exámenes.

Uno de los más populares es el conocido como e-pinganillo, un auricular diminuto que algunas webs anuncian como específico para copiar en los exámenes. Es “del tamaño de un grano de arroz”, explican quienes lo han utilizado-, se introduce en el interior del conducto auditivo y es necesario un imán para extraerlo.

También abundan de un tiempo a esta parte los denominados relojes-chuleta, otro dispositivo que internet también publicita como “diseñado para copiar”.

PLATÓN Y EL INICIO DE LA GUERRA CIVIL

Mientras seguían los barridos por las aulas en busca de pinganillos y relojes, los 32.000 jóvenes que hacen este año la selectividad han afrontado este martes, segunda jornada de las pruebas, el examen de Lengua Extranjera. A primera hora, han tenido que elegir entre Historia o Historia de la Filosofía. En la primera, el protagonismo lo han tenido la represión franquista en Catalunya, la II República y el inicio de la Guerra Civil, mientras que en la segunda las opciones han rondado entre Platón y su 'República' y Locke.

Este jueves finalizan los exámenes con las últimas asignaturas de especialidad, específicas para los estudiantes que aspiran a conseguir la nota máxima de 14 puntos.