Aprender para luego innovar

ESCUEDA EDUCACION PROFESORES

ESCUEDA EDUCACION PROFESORES / periodico

MARÍA JESÚS IBÁÑEZ / BARCELONA

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De poco sirve que un profesional (se dedique a lo que se dedique) haga el esfuerzo de seguir cursos de reciclaje si luego resulta que lo que ha aprendido no lo revierte en su trabajo. Y cuando los recursos son escasos y la oferta limitada, como ocurre en estos momentos en educación, «debería de existir un compromiso, tanto de las escuelas como de los docentes a título particular, de que después de haber asistido a una formación, haya evidencias de que la están llevando a la práctica», proclama Maria Vinuesa, miembro de la junta directiva de la asociación de maestros Rosa Sensat. «Y si la formación, una vez aplicada en el día a día del aula, no provoca cambios, la Administración tiene que ir a ver qué pasa», advierte Vinuesa.

Ese es, de hecho, uno de los objetivos inherentes a la formación continuada. Al menos en lo que a docencia se refiere. Así lo cree, al menos, Carme Ortoll, directora general de Educación Primaria de la Generalitat, que insiste en que el reciclaje profesional debe servir también para dar el salto al siguiente nivel: el de la innovación educativa. «En Catalunya existe una larga tradición sobre la formación permanente de los docentes, desde hace ya muchos años el maestro catalán ha tenido una especial preocupación por formarse y han sido los propios maestros quienes, en muchos casos, han organizado su propia formación», destaca. 

La inquietud por mantenerse al día, por conocer las nuevas prácticas docentes ha propiciado que Catalunya haya sido, en muchos momentos, pionera en innovación pedagógica.

LAS OBJECIONES

Lo que pasa ahora es que se está dando prioridad a la formación dictada por la autoridad educativa, «en detrimento de las necesidades colaborativas, que son las que realmente hacen avanzar», objeta Francesc Imbernón, profesor de Pedagogía en la Universitat de Barcelona.

A los profesores que trabajan a pie de aula, tampoco les acaba de convencer el modelo actual, aunque muchos celebran la relevancia que la Generalitat ha dado en los últimos tiempos a las competencias básicas. Lo malo, señala por una parte Maria Arnela, profesora de secundaria, es que «se está impartiendo una formación orientada a los intereses del director del centro». Por otra, «con la poca estabilidad laboral que hay ahora, un docente ha de estar haciendo una nueva formación cada año, porque le cambian de asignatura de un curso para el siguiente», agrega Rodri Plaza, profesor de FP.

Al final, lo que importa es cómo redunda todo esto en el aprendizaje de los alumnos y, según recogía hace unos días el Instituto Nacional de Evaluación Educativa, las dos medidas de mayor eficacia para la mejora del rendimiento estudiantil son, primero, el dominio que el profesor tiene de la materia que imparte (los más eficaces son los que ostentan un doctorado) y, segundo, un incremento en la proporción de profesores que utilizan el trabajo en grupos reducidos.