INFORME DE IVÀLUA Y LA FUNDACIÓN BOFILL

El alumno que practica deporte extraescolar mejora en el colegio

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MARÍA JESÚS IBÁÑEZ / BARCELONA

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Los alumnos que realizan actividades extraescolares fuera del horario del colegio ganan dos meses de progreso académico, no solo porque refuerzan algunas materias, sino porque, al mismo tiempo, adquieren más agilidad en comprensión lectora y mejoran en habilidades sociales y actitudes individuales, según un estudio realizado por la fundación Jaume Bofill y el Institut d’Avaluació de Polítiques Públiques (Ivàlua).

El impacto es aún mayor si el estudiante que participa en estas extraescolares es hijo de una familia con pocos recursos económicos y formativos. En este caso, subraya el estudio, el progreso llega a ser el equivalente a dos meses y medio de clases.

El estudio, presentado ayer,  recomienda entre otras cosas que la actividad extraescolar tenga una duración equilibrada, que potencie las capacidades del alumno y que sea flexible, no una obligación o un castigo para el alumno. Las extraescolares, recordó Edgar Iglesias, profesor de Pedagogía Aplicada en la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), nacieron como una solución con la incorporación de la mujer al mundo laboral y facilitar la conciliación de su vida familiar.

La investigación ha constatado  asimismo que los estudiantes de primaria que hacen extraescolares mejoran de forma significativa su rendimiento escolar, mientras que los de secundaria muestran una actitud más positiva hacia el aprendizaje.

En concreto, el estudio señala que las actividades deportivas inciden favorablemente sobre el éxito escolar y reducen el abandono, mientras que las actividades de carácter artístico tienen más efecto sobre la capacidad del estudiante para relacionarse con los demás.

OJO CON LOS ALUMNOS DESFAVORECIDOS

Con todo, el informe precisa que este tipo de actividades se han convertido, sobre todo en los últimos años, con la crisis, en un «espacio de reproducción de desigualdades sociales». La asistencia a extraescolares puede ampliar la brecha que hay entre estudiantes con recursos y alumnos que son hijos de familias desfavorecidas y que, por lo tanto, no pueden pagar las clases de refuerzo.

A eso se suma, prosigue el informe de la Bofill e Ivàlua, la oferta heterogénea, con una gran diversidad de proveedores y calidad de estos servicios, que existe actualmente «lo que provoca una importante variabilidad de impacto en los aprendizajes», dice el informe. «No todo el mundo puede acceder, ni en las mismas condiciones», avisa. Ambas entidades recomiendan, en este sentido, que se evalúen cómo funcionan las actividades que ofrecen empresas (academias, clubs deportivos) o administraciones públicas (escuelas municipales, por ejemplo).

Las asociaciones de padres, los ayuntamientos e incluso los pediatras son agentes promotores de actividades extraescolares, que, en catalunya, tienen una gran implantación. En el 2012, último año del que hay datos disponibles, 600.000 menores catalanes participaron en extraescolares deportivas y otros 350.000 lo hicieron en actividades de música o artísticas, ilustró Edgar Iglesias, profesor de Pedagogía Aplicada en la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB).