Del mostrador hasta Japón

Las ventas realizadas por internet han recuperado negocios condenados al cierre

Ramon Fàbregas, de la juguetería Casa Gaspar de Palau.

Ramon Fàbregas, de la juguetería Casa Gaspar de Palau. / periodico

ALBERT SEGURA / PALAU-SOLITÀ I PLEGAMANS

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Los portales de venta online no son solo una opción para expandir un negocio pequeño, mediano o grande. También son los que además de evitar echar el cierre de una tienda, abre la puerta a sus propietarios a reinventarlo y exportar su producto más allá de los límites de su municipio.

La tecnología siempre se ha visto como un elemento distorsionador de la realidad, cuya irrupción plantea dudas y temores ante un nuevo escenario desconocido, como sucedió con la radio frente a la televisión. El comercio a través de internet comercio internet planteó una fotografía parecida respecto al negocio ordinario, el de toda la vida, el de «hola, buenos días» y de trato cordial, próximo y amistoso.

Si bien es cierto que supuso una amenaza para el pequeño comercio, hay quien ha sabido encajarlo como una oportunidad de futuro. «Si no fuese por el salto que hicimos en internet, habríamos cerrado la tienda hace ya un par de años». Es Ramon Fàbregas, propietario de la juguetería Casa Gaspar, situada en Palau-solità i Plegamans (Vallès Occidental), un comercio cercano, de toda la vida, situado en un local de propiedad familiar y que Fàbregas regenta junto a su mujer.

«En el 2007 ya veíamos venir la crisis, y optamos por hacer un catálogo virtual de la tienda, que resultaba más sencillo que colgar las ofertas en la página web», señala. La iniciativa dio sus primeros resultados, tímidos, pero un año más tarde Amazon contactó con ellos, ofreciéndoles colgar los productos de su tienda en su portal. «No lo conocía, pero aceptamos y con el tiempo hemos visto que fue nuestra salvación», añade.

La incorporación de su producto a la oferta de Amazon salvó el negocio, una tienda de 200 metros cuadrados donde a pesar de no tener que pagar alquiler por el local, a Fàbregas no le empezaban a salir las cuentas cuando lo contactaron. «Entre la cuota de los autónomos, las contribuciones, la competencia y que en el municipio cada vez vendíamos menos, estuvimos a punto de cerrar», apunta.

CAMBIO DE RUTINA

El salto a la red cambió la rutina diaria. Durante la mañana, el matrimonio se encarga de etiquetar los pedidos que reciben, y por la tarde los empaquetan. Mientras tanto, si algún cliente accede a la tienda física se le atiende como es habitual, desde el mismo mostrador.

Amazon les abrió su expansión internacional, y ya tienen cuenta en otros portales como Rakuten o la francesa CDiscount. Hasta ofrecen la posibilidad de comprar sus productos en su propia web. En las ventas a través de internet, los portales suelen quedarse el 15% de las ganancias, incluidos los portes, que suele asumir el comprador.

Casa Gaspar ha pasado a vender a clientes de toda España, Alemania y cualquier punto del globo, donde ellos mismos realizan el envío. «En una ocasión vendimos a un cliente de Japón un balón de Messi que valía 19,95 euros, pero cuyo envío costaba unos 50 euros, con lo que el cliente acabó pagando casi 70 euros por él», recuerda Fàbregas. Hoy el 90% de las ventas de la juguetera se hacen a través de internet.

Un caso parecido es el de El Osito, una tienda familiar de juguetes de Barcelona que hizo sus primeros pasos con una página web sencilla, que ha evolucionado en un portal, dedicado exclusivamente a la venta a través de internet. Gran parte de su éxito se explica por su presencia en plataformas de venta como Amazon, donde se ha convertido en el mayor vendedor de juguetes de toda España.

La empresa envía los productos a un centro logístico de Amazon, que se encarga de su posterior distribución. Así amplían su cartera de clientes de todo el mundo, sumando el trabajo en internet a la actividad habitual de la tienda física, necesaria ante situaciones insólitas. «En diciembre del año pasado recibimos una llamada a las nueve de la mañana preguntando si tenemos el perro Zoomer, le confirmamos que sí y que si lo compraba en nuestra web se lo enviaríamos por mensajero. Pero el cliente, bilbaíno, dijo que no se fiaba de internet y condujo más de tres horas para recogerlo en la tienda», explica Ernesto Carneado, propietario de la tienda.

Internet puede convertirse en una plataforma de difusión del pequeño comercio, siempre que se de con la tecla idónea para relanzarlo. Lo que se puede ver como un complemento puede convertirse en la base de un negocio reinventado, permitiendo así compaginar la venta de una muñeca al vecino de al lado con el de un japonés enamorado del buen fútbol.