APRESTO DOMINICAL

Utilidad de los premios Nobel

A Jean Tirole le dieron el Nobel de economía el lunes, y el viernes pedía a Hollande que reoriente su política, porque esperar es fracasar. Sabe por qué

Jean Tirole, premio Nobel de Economía del 2014, pronunció la lección inaugural del curso 2006-2007 de la UPF el 16 de octubre del 2006.

Jean Tirole, premio Nobel de Economía del 2014, pronunció la lección inaugural del curso 2006-2007 de la UPF el 16 de octubre del 2006.

JOSEP-MARIA URETA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Si hay alguna constante en la interpretación última de la voluntad de Alfred Nobel al dejar su fortuna a la posteridad, es que sus beneficiarios debían contraer el mérito de haber contribuido en algo a mejorar el bienestar de las personas. Un breve repaso de los galardonados este año nos aporta sobradas muestras del respeto al mandato del descubridor de la dinamita.

Conocer cómo funciona el cerebro para situarse en su espacio inmediato, desarrollar microscopios para acceder al estudio de la parte más recóndita de la materia, inventar un dispositivo para tener bombillas (leds) que gasten muy poca energía, unir en un mismo galardón a un indio y a una paquistaní apasionados en la defensa de los derechos de la infancia y recordar las mejores páginas de la literatura sobre el escarnio nazi que asoló Europa no hace tanto tiempo es guardar fidelidad a la memoria de Nobel.¿Y para qué sirve el Nobel de economía? ¿También contribuye al bienestar de la población? ¿Lo tiene en cuenta el Banco de Suecia, que creó el galardón en honor a Nobel, 70 años después de su muerte?

Si se contempla la obra de los más de 70 nobeles de Economía y sus efectos para que políticos y empresarios se equivoquen menos, desde luego que el Nobel de economía sí es un premio adecuado y útil.

Para muestra, el concedido el pasado lunes a Jean Tirole. Hasta la una de la tarde de aquel día, era un investigador prestigioso de la universidad de Toulouse con 234.000 entradas en Google. Ayer sumaba ya más de ocho millones de entradas. Por poco que se haya escarbado en sus tesis, los ciudadanos de todo el mundo habrán entendido un poco más que en su toma de decisiones es determinante la cantidad de información que es capaz de manejar. Que su intuición de que al otro lado hay alguien más poderoso que él y que le acaba haciendo pagar más de lo que debería, tiene fundamento teórico. Y si además, se constata que quien mejor puede compensar esa asimetría de la información es la presencia de una autoridad pública (le service publique, defiende Tirole) en la gestión de los precios de bienes básicos (por ejemplo, la energía), se estará entendiendo la importancia de que a Tirole -y a su colega de investigaciones Jean-Jacques Laffont, fallecido en el 2004- le den el Nobel. Le propusieron más de 300 economistas de todo el mundo, y sus razonamientos ocupan 54 páginas del documento acreditativo del Banco de Suecia.

Tirole ha roto esquemas. No es americano, aunque estuvo siete años en el bostoniano MIT, y enseña en una universidad menor, Toulouse, a la que ha convertido en referente mundial. Desde allí mantiene relación académica continuada con el profesor Xavier Freixas, de la UPF. Su manual de cita obligada tampoco tiene título glamuroso (Economía Industrial) pero de sus investigaciones hay trazos en todas las economías domésticas.

Por ejemplo. Que en el recibo de la luz sea cada vez más exigible que consten los costes reales de producirla sería más dificil sin las teorías de Tirole. O que las comisiones de las tarjetas de crédito estén mejor repartidas entre comerciante y consumidor también se debe a los razonamientos teóricos del tercer Nobel de economía francés (tras Debreu Allais). Y cuando hace unos años contemplábamos atónitos la subasta pública de un bien escaso, el espacio radioeléctrico, entre compañías de telefonía global, los estrategas de la puja utilizaban fórmulas que en su día concibió el profesor de Toulouse. Ojalá que también se recuperen sus tesis sobre cómo abusan los bancos.

Hollande le felicitó enseguida, y Tirole le replicó cuatro días después que de haberle leído cambiaría de política. Confirma que los Nobel ayudan a mejorar la vida de las personas.