Intangibles

Unas cuentas de ficción para ganar las elecciones

Olga Grau

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La zona euro, la familia política y económica a la que pertenece España, ha registrado un crecimiento igual a cero en el segundo trimestre del año. La economía francesa está estancada y el Ejecutivo de François Hollande se ve incapaz de cuadrar el déficit. Alemania no ejerce su papel de locomotora europea. La Italia de Matteo Renzi no consigue desbloquear las reformas impopulares. Los países del euro suman 18,4 millones de parados y la Unión Europea, 25 millones. El euro sigue demasiado alto respecto al dólar como para que no se resientan las exportaciones. El manguerazo de dinero gratis de Mario Draghi ni siquiera ha despertado el interés esperado en la banca, que no ha acudido masivamente. El larvado conflicto ruso-ucraniano puede volver a explotar en cualquier momento. Y la guerra global contra el yihadismo planea sobre la estabilidad mundial.

Con todos estos mimbres, el mismo ministro de Economía, Luis de Guindos, advirtió del riesgo de una tercera recesión en Europa en el último Eurogrupo informal celebrado en Milán. Pero a continuación precisó que esta circunstancia no afectaría a España, como si la economía española no estuviera estrechamente interconectada con la europea. La cantinela repetida es que en España sí se han hecho las reformas.

Ayer, los dos ministros económicos del Gobierno, Luis de Guindos y Cristóbal Montoro, volvieron a ahondar en esta tesis hiperoptimista en la presentación de las líneas generales de los Presupuestos Generales del Estado para el 2015. España es una intrépida gacela en medio de una eurozona renqueante. Un eslogan electoral perfecto para ganar votos en la recta final de la legislatura.

El cuadro macroeconómico prevé un crecimiento del PIB español del 2% para el 2015, la creación de 348.200 puestos de trabajo y un incremento de los ingresos por la via de la recaudación de impuestos de casi 10.000 millones, a pesar de la rebaja del IRPF. Los riesgos de una tercera recesión europea no se contemplan y el Gobierno ha incluido una rebaja de impuestos que restará ingresos por valor de 9.000 millones de euros en 2015 y 2016.

Las cuentas del 2015 se venderán como las de la consolidación de la recuperación económica. Pero se sustentan sobre una muy frágil recuperación de la zona euro. Incluso la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF) consideró ayer que hubiera sido más «prudente» tomar en consideración los riesgos derivados del entorno internacional.

El Ejecutivo vuelve una vez más a presentar un presupuesto en el que  no prioriza la inversión para reactivar la economía y en el que  carga todo el peso de la crisis en los funcionarios, cuyos sueldos seguirán congelados, en los pensionistas, con una muy escasa revalorización de sus pagas, y en los parados de larga duración (más de 3 millones en España), que no tienen ninguna cobertura.

La bajada de impuestos, que poco se notará en los bolsillos, está más orientada a ganar votos que a estimular la economía. Y puede suponer un peligro para cuadrar el déficit si al final resulta que España sí se contagia del resfriado europeo.