cambios en la inversión y el patrocinio

El dinero del surf ve en las olas artificiales una forma de abrir mercados en el Mediterráneo

WSL campeonato surf Hossegor

WSL campeonato surf Hossegor / periodico

EDUARDO LÓPEZ ALONSO / BARCELONA

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El surf necesita olas para crecer como deporte. Forma de vida, moda, material deportivo, estilo y atracción turística están catapultando al surf a otra dimensión más allá de la deportiva. Es ya sobre todo una formidable herramienta y soporte publicitario. Los profesionales del surf, un puñado de deportistas escogidos, son el instrumento para atraer a los más jóvenes, un publico objetivo ideal en una industria que mueve en torno a 12.000 millones de euros en el mundo según la World Surf League y que en España y en Barcelona en particular tiene un auge constatable. Barcelona, pese a lindar con un Mediterráneo menos ondulado que otros mares, se ha convertido en un centro neurálgico de la industria surfera, el lugar donde más tablas se venden de España, aseguran firmas punteras instaladas en la ciudad, centro comercial de la moda más 'cool' y con un número de aficionados a este deporte cada vez mayor. 

El sector turístico español mira con interés el desarrollo del surf en el mundo y quiere aprovechar el tirón. La celebración del campeonato mundial de la World Surf League (WSL) en la población francesa de Hossegor estos días de octubre evidencia de que manera incluso un enclave sin excesivas infraestructuras turísticas puede aprovechar una cita deportiva cuya máxima audiencia se encuentra en internet. Solo hay que escudriñar en los cientos de miles de publicaciones asociadas a Hossegor en Instagram y Twitter, por ejemplo. La instalación de piscinas de olas artificiales surfeables, como un nuevo producto de lujo deportivo, abre la vía al nacimiento de nuevas estrellas y aficionados, a lo que contribuirá también el ser un nuevo deporte olímpico. Ese tipo de infraestructuras serán en los próximos años un elemento clave para el desarrollo del surf en el Mediterráneo y de Barcelona en particular.

ACTIVIDADES PARALELAS

Antón Sáez, empresario turístico gallego y representante en España de la WSL y sus competiciones mundiales reivindica el interés de este deporte también como oportunidad económica para Barcelona: "Es una pena pero en el Mediterráneo no tenemos la suficiente consistencia y seguridad para hacer una competición mundial de surf, pero a través de actividades paralelas tendremos presencia en puntos estratégicos como Barcelona, que es la 'surf city' más grande de Europa".

El reto de situar a España en el mapa del surf mundial es complejo, pero existen múltiples modelos de negocio asociados. Condiciones naturales adecuadas se encuentran en Galicia, el País Vasco, Andalucía y Canarias. Pero solo Portugal y Francia han conseguido el privilegio de organizar una competición mundial de primera división de la WSL en Europa. "La prueba del Championship Tour de Peniche en Portugal multiplica por 10 los impuestos directos de la inversión del Gobierno en ese evento solo durante la celebración del mismo", explica Sáez. Opina que ese modelo de inversión pública y privada es la línea a seguir y que es necesario entender el surf como un producto estratégico para el sector turístico. En ese buen camino están enclaves como Pantín, en Galicia, que va a cumplir 30 ediciones de competiciones de la WSL de alto nivel, Zarautz, Mundaka, Sopelana (País Vasco) y Teguise (Canarias) atraen a surfistas de todo el planeta.

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El pastel económico del surf se calcula en unos 12.000 millones de euros en todo el mundo, según la WSL, aunque otros estudios apuntan a bastante más. Son unos 120 millones de aficionados y 35 millones de practicantes pendientes de unas retransmisiones deportivas a través de internet que canalizan todo un conjunto de modos de vida que se extienden más allá de lo que suele pensarse. Marcas como Rip Curl, Quicksilver, Roxy, Reef, Vans, Billabong o Hurley son referencias de moda surfera, pero también Samsung, Jeep, Chanel, Corona o Gopro, por ejemplo, han visto en el surf una vía clara para vender.

Y es que el deporte es solo una pequeña parte del engranaje de la WSL. Una estrategia comunicativa basada en las redes sociales inocula en los consumidores más jóvenes estética y modos de vida universalizados. La competición deportiva se parece cada vez más a la F-1, con estrellas del deporte muy vinculadas a sus patrocinios y un espectáculo que se desarrolla a sus anchas en la exaltación mediática de las redes sociales.

LAS ESTRELLAS

Gabriel Medina, John John Florence, Matt Wilkinson, Kelly Slater, Tyler Wright, Courtney Conlogue, Carissa Moore, Stephanie Gilmore o Tatiana Weston-Webb son algunos de los nombres que despiertan pasiones entre los aficionados, pero más en el extranjero. En esta vorágine de expectativas, España no quiere quedarse atrás. El campeón de Europa de surf ha sido este año un canario, aunque su puesto en el ránking mundial es el 72 y solo son 34 los escogidos para la primera división del surf. Las nóminas de estos elegidos ya son de varios millones de euros y su popularidad elevada, especialmente en EEUU, Brasil o Australia, donde el surf es materia de culto. Pero Sáez es optimista y resalta el papel de los surfistas españoles para el futuro: "Tenemos en casa al recién coronado campeón de Europa, Jonathan González, y no tardaremos en ver anuncios en la televisión con surfistas profesionales", explica. Nombra a Aritz Aranburu, que es también es más conocido fuera que dentro de nuestras fronteras, pero la cantera se amplía con figuras como Gony Zubizarreta, Hodei Collazo, Luís Diaz, Lucía Martiño, Ariane Ochoa, Garazi Sánchez, Ainara Aymat o Maddi Aizpurua. Tras ellos, las marcas están atentas para aprovechar el tirón de una ola que se ha demostrado algo más que tendencia pasajera. "¿Quién no quiere patrocinar a un deportista que está en la playa y que desprende un halo de libertad, vitalidad y buen rollo?", concluye Sáez.