Análisis

Sudoku presupuestario

JOSÉ CARLOS DÍEZ

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En la universidad explicamos supuestos de política fiscal a los alumnos, pero la realidad supera a la ficción. El Gobierno se enfrentaba a un sudoku. Ayer conocimos los datos de la balanza de pagos de enero, y los inversores internacionales sacaron 10.000 millones de euros de sus inversiones en bonos, acciones o préstamos interbancarios. No tenemos datos más recientes, pero viendo el comportamiento de los mercados cabe pensar que en febrero y marzo la salida de capitales ha continuado.

España es un país con una deuda neta con el exterior de casi un billón de euros, la mayor parte privada, y necesitamos financiar aún un déficit por cuenta corriente y los vencimientos de deuda. Esta es la principal causa de la restricción del crédito y lo que explica que hayamos vuelto a entrar en recesión. Por eso es importante mandar señales a los inversores que eliminen sus temores sobre nuestra capacidad de pago.

Así hay que entender la política económica desde el 2009 y así debemos entender el presupuesto del Estado. El problema es que los inversores están esquizofrénicos y uno no sabe bien cómo acertar. Si el presupuesto no es lo suficientemente duro te penalizan, pero si te pasas y provocas una profunda recesión y conflictividad social por los recortes, también.

Parece que ayer no se lo tomaron mal. Nuestra prima de riesgo disminuyó contra Alemania, se mantuvo estable con Italia y nuestra bolsa subió más que la europea. No obstante, conviene esperar porque que los mercados suelen reflejar los fundamentales, pero no siempre y no todos los días. La clave será si los aprueba Bruselas. De momento, el comisarioOlliRehnha dicho que el presupuesto muestra el compromiso con la consolidación fiscal, pero que conoceremos la valoración la semana que viene.

El problema es que el Gobierno se comprometió con Bruselas a presentar un déficit del 5,3% y concentrar el ajuste en medidas estructurales con el fin de poder cumplir en el 2013 el 3%. Pero la economía está en recesión y la caída de ingresos y el aumento de gastos por prestación por desempleo obligan a hacer un ajuste de al menos unos 15.000 millones adicionales. Además, la deuda pública ha aumentado y el pago de intereses también lo hará, al menos en otros 5.000 millones como en el 2011. Por lo tanto, el ajuste debía ser de 55.000 y nos hemos quedado a mitad de camino.

Además, el ajuste de gasto tendrá que hacerse en seis o siete meses, y en los ingresos la subida del IRPF es temporal, para dos años, por lo que no es estructural. Respecto a la amnistía fiscal, que tampoco es estructural, es imposible anticipar con precisión cuánto recaudará; es muy regresiva y crea incentivos para defraudar en el futuro.

Bélgica presentó un presupuesto con un objetivo del 2,9% para el 2012 en noviembre del año pasado. Bruselas se lo tumbó al considerar que los ingresos estaban inflados y le obligó a presentar un ajuste adicional. Es una aberración económica exigir un ajuste tan brutal a una economía en recesión. Por desgracia, hace tiempo que Europa toma decisiones por puro dogmatismo ideológico y no siguiendo la racionalidad económica.

El demonio está en los detalles y habrá que esperar a la próxima semana. El sudoku sigue sin estar resuelto.