RELACIONES ECONÓMICAS INTERNACIONALES

Solera catalana en Bimbo

Pan de molde 8 Un trabajador de la planta de producción de Ciudad de México de Bimbo.

Pan de molde 8 Un trabajador de la planta de producción de Ciudad de México de Bimbo.

TONI CANO
MÉXICO

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A sus 96 años, Lorenzo Servitje Sendra, quien convirtió una modesta panadería en el imperio Bimbo, es el único personaje mexicano capaz de reprender y al mismo tiempo apoyar al intocable presidente del país. Lo hizo en enero con Enrique Peña, para dar a vuelta a la crisis abierta con la matanza de estudiantes en el estado de Guerrero. Ante la cúpula empresarial, dijo: «Nuestro presidente está en su peor momento. Esto es muy peligroso, no lo podemos aceptar. El empresariado es una fuerza política y, por lo tanto, debe respaldar abiertamente al presidente».

Don Lorenzo, como lo conoce todo el mundo, aún lleva la voz cantante . Como otros catalanes con empuje, sus padres llegaron a principios del siglo pasado. Juan Servitje fue un modelo de trabajador hasta el infarto; Lorenzo, el hijo mayor, aprendió en el hogar que «los frutos solo llegan con el trabajo y el esfuerzo cotidianos». Y a los 18 años tuvo que hacerse cargo de la pastelería El Molino, abierta por su padre.

Allí germinaron las ideas que le llevarían a fundar, en 1945, lo que hoy es el grupo Bimbo, con el apoyo de su esposa, Carmen Montull, y la colaboración de otros trasterrados como Jaime Jorba o José Mata, y de la familia, sobre todo su tío, Jaime Sendra, obrador en El Molino y con especial tacto en el trato con los empleados. De ahí, los lemas laborales de Lorenzo Servitje: «Ver siempre al otro como persona, no como instrumento. La norma de oro es justicia, respeto, confianza y afecto». Y los empresariales: «Las empresas no son hermanas de caridad».

Su hijo, Daniel Servitje, de 56 años, director general del grupo Bimbo desde 1997, ha adquirido en 10 años 44 empresas y puede presumir: «Somos la empresa más importante de pan del mundo». Pero recuerda también que vivió «con muchos problemas la internacionalización a EEUU, a pico y pala, conduciendo un camioncito». El fracaso «estuvo a la vuelta de la esquina». Hasta que en el 2009 apostó por comprar Weston Foods.  Y ya no paró. Tras comerse los donuts, aún sigue viendo «muchas oportunidades para la empresa».

130.000 empleados

Hoy, los empleados de Bimbo son más de 130.000 en 22 países. Los consumidores de sus 10.000 panes y otros productos ascienden, a «unos 1.300 millones», calcula Daniel Servitje. Él mismo, que no para de viajar, se presenta en las casas para conocer su ritual de mesa y comida, o cómo tuestan el pan. «No hay que perder el contacto con la gente -dice-. Lo llamamos conocimiento profundo del consumidor. Hay que meterse en los zapatos de los pequeños clientes».

Los camiones de Bimbo se cuentan también por decenas de miles. Son tan habituales que los sicarios de los cárteles de Michoacán llegaron a utilizarlos para irrumpir a tiros en territorio enemigo. Las ventas han disminuido ligeramente en México, pero crecen a un 8% en EEUU y Canadá, y en un 29% en Europa. Don Lorenzo, filántropo que pensó en ser sacerdote, se dedica entretanto a recuperar el campo con microempresas lecheras y cooperativas agropecuarias en medio país. Y a advertir al jefe del Estado: «Le vamos a respaldar, pero dé usted facilidades a los empresarios; somos una fuerza política».