Intangibles
Sobre la creación de empleo
La cumbre europea de 27 de junio destinó 6.000 millones de euros a la reducción del desempleo juvenil, de los que aproximadamente 1.800 millones se adjudicarán a España, una cifra a añadir a los 3.500 presupuestados por el Gobierno español. No es mucho dinero y, por eso, hay que gastarlo eficientemente.
Para intentarlo, el Ministerio de Empleo ha elaborado el documento Estrategia de emprendimiento y empleo joven. Constituye una buena síntesis de la situación del desempleo juvenil en España, pero bastante inútil a la hora de decidir qué colectivos priorizar o qué acciones implementar. Y es que es muy diferente, por ejemplo, incorporar al mercado laboral a un joven desempleado sin titulación que a otro con formación superior.
Al adoptar una decisión política para dar prioridad a colectivos, es importante poseer información sobre la eficiencia, coste y resultados de las medidas a aplicar. Aquí nos encontramos con un problema. En general, esa información es muy pobre porque no existe excesivo interés en invertir en un mejor conocimiento del funcionamiento del mercado laboral. Todo un síntoma. Y sin información no hay buenas decisiones.
Cuando esa información existe, se contradice con las prioridades anunciadas por el Gobierno de destinar los fondos, fundamentalmente, a rebajar las cotizaciones sociales de las empresas que creen empleo juvenil. Un anuncio mal recibido por el Gobierno alemán. Y es que hay evidencias que muestran que las empresas no crean empleo porque se les rebajen las cotizaciones sociales, aunque aprovechen dicha medida. Por tanto, efecto nulo en el empleo y menor recaudación del Estado, una forma de subvención encubierta.
Por otro lado, las políticas de orientación profesional son mucho más eficientes. ¿Por qué no se aplican? Porque en España contamos con un agente orientador por cada 200 desempleados, una cifra lejana a los 25 de Suecia o a los 30 de los Países Bajos. Sin un número adecuado de orientadores -tampoco hay deseos de tenerlos- es más fácil subvencionar que apostar por las políticas activas.
Algo parecido ocurre con la reducción de cotizaciones para fomentar la emprendeduría, de efecto discutible, frente al más seguro de reducción del tiempo y coste administrativo de creación de una empresa. Desde hace años, el informe Doing Business nos dice que estamos mal y que vamos a peor. ¿Por qué no se arregla algo que todos saben que no funciona? Pues porque para crear una empresa se generan en España altos costes en asesoría, ingeniería y en registros. Es decir, que hay bastante gente que vive de las empresas que crean otros y que presionan para mantener el statu quo.
La creación de empleo no solo es cuestión de dinero, depende también de los grupos sociales que la gestionan, canalizan y obtienen beneficios de la transacción. De esto no se habla nunca.
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