+INNOVACIÓN

'Smart city' en la lucha contra las plagas

Anticimex, multinacional sueca con sede en Sant Cugat, utiliza las nuevas tecnologías para reducir los químicos

TECNOLOGÍA. Josep Valls, director general de Anticimex  España, en la sede de la compañía, en Sant Cugat del Vallès.

TECNOLOGÍA. Josep Valls, director general de Anticimex España, en la sede de la compañía, en Sant Cugat del Vallès.

SONIA / GUTIÉRREZ

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Cuando se habla de smart cities, o de ciudades inteligentes, se suele poner como ejemplos los sistemas de semáforos que se regulan según el tráfico real, aparcamientos que indican al conductor la plaza libre más próxima o farolas que se encienden cuando va a pasar alguien. Pero también hay otras aplicaciones de nuevas tecnologías en las que el ciudadano no repara, ya que su objetivo es evitar riesgos. Si tienen éxito, pasan desapercibidos. Uno de esos casos es el control de plagas, donde la compañía Anticimex innova en tecnologías que sustituyan el uso de insecticidas u otros productos químicos. En Catalunya, Sant Cugat del Vallès ya ha implantado una de sus soluciones.

Anticimex es una multinacional sueca fundada en 1934, con más de 3.500 empleados, centrada en el control de plagas, la higiene ambiental y la seguridad alimentaria. En España, entró en el 2013, cuando adquirió la división de control de plagas de la compañía ISS. Tiene la sede en Sant Cugat del Vallès. Su director general, Josep Valls, biólogo, resume el espíritu que mueve a la empresa: «Queremos reducir el uso de químicos a la mínima expresión. Cuanto mejor tratemos el planeta, mejor nos tratará él a nosotros».

Para reducir el uso de productos nocivos para el medioambiente, Anticimex recurre a dispositivos que se activan cuando detectan la presencia del animal contra el que están diseñados (principalmente, insectos y roedores). En Sant Cugat del Vallès, el pasado verano colocaron sensores infrarrojos en puntos estratégicos del alcantarillado que eliminan a los roedores que se acercan. A diferencia de los raticidas tradicionales, no son tóxicos y solo actúan cuando es preciso. En el 80% o 90% de los controles de inspección de las cajas con veneno, los técnicos comprueban que el producto no ha sido comido, un trabajo poco productivo que se puede evitar con la monitorización digital, explica Valls. Otra ventaja es que los sensores avisan en el instante en que han cazado el animal, mientras que de la otra manera hay que esperar a que el técnico haga la comprobación periódica.

Para avanzar en este campo, Anticimex ha cerrado este mes de febrero la adquisición del 20% de la compañía danesa WiseCon, líder mundial en desarrollo de trampas electrónicas para ratas y sistemas de monitorización.

En España, también estudia operaciones de compra de compañías del sector, algunas en negociaciones avanzadas, lo que reforzarían el crecimiento de la compañía en el país. El objetivo para el 2015 es elevar la facturación en España el 6%, frente a los 18,5 millones de euros del 2014. A ámbito mundial, Anticimex facturó 378 millones en el 2013.

Aunque los ayuntamientos son un potencial usuario de los servicios de Anticimex, su principal cliente es el sector privado. Fundamentalmente compañías de alimentación, distribución (supermercados), restauración y hoteles. En otros sectores con una regulación menos estricta en control de plagas e higiene ambiental, la crisis se ha notado en una caída de contratos: empresas que se dan de baja en el servicio de mantenimiento y solo actúan cuando detectan el problema. Aunque sea menos costoso invertir en prevención que eliminar una plaga, recalca el director de Anticimex España.

Valls añade que «hay que hacer una tarea importante en educación de clientes de los sectores donde tradicionalmente se ha abusado de los químicos». Por ejemplo, no es necesario usar un insecticida contra las chinches, si se puede solucionar con un tratamiento de calor.

La compañía se ha propuesto también crecer entre los clientes particulares (casas y comunidades de vecinos), un sector que hasta ahora no han explorado en España.