HISTORIAS MÍNIMAS

Una silla de ruedas para África

Bernat Vila y Adrià Sallés se ajustan a la perfección al prototipo de la generación 'millennial'. Aquellos que nacieron durante el cambio de milenio son jóvenes muy preparados, suelen moverse con soltura entre pantallas y sobre todo son muy sensibles a las desigualdades sociales. Dicen de ellos que cambiarán el mundo. A mejor, por supuesto. 

Dos estudiantes de la UPC crean un diseño que se monta en 15 minutos y por 70 euros

Adrià Sallés (izquierda) y Bernat Vila, con el prototipo de silla de ruedas barata desarrollada en la UPC.

Adrià Sallés (izquierda) y Bernat Vila, con el prototipo de silla de ruedas barata desarrollada en la UPC. / periodico

EVA MELÚS / BARCELONA

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Unos 70 millones de personas en el mundo necesitan una silla de ruedas, pero solo el 15,5% se la pueden permitir. Lo aseguran Bernat Vila y Adrià Sallés, dos estudiantes de Ingeniería de Diseño Industrial y Desarrollo de Producto de la UPC, que, como proyecto final de grado, han ideado una silla que puede montarse fácilmente en 15 minutos con materiales accesibles en cualquier país. Dos ruedas traseras de bicicleta, otras dos de carrito de supermercado y algunas piezas de fontanería de PVC pueden marcar la diferencia entre arrastrarse para moverse o vivir postrado en una cama para pasar a moverse de forma autónoma sobre dos ruedas. La primera silla viaja en estos momentos en un contenedor rumbo a Dakar (Senegal) como parte de un proyecto que ha recibido la complicidad de Cruz Roja, la Fundació Isidre Esteve y Esport Solidari Internacional (ESI). "Llegará en una semana y el 'feedback' nos permitirá realizar modificaciones para mejorar el proyecto", explica Vila, de 22 años. 

Hace algo más de un año, el profesor Tomeu Ventayol, invitó a sus estudiantes a crear un elemento de uso cotidiano como parte de su asignatura. Los alumnos podían escoger entre fabricar un prototipo con alguna utilidad culinaria o bien uno que facilitara la vida de personas con diversidad funcional. Este fue el origen de la 'Do it yourself Wheelchair'. 

No podía ser de otra manera. Vila se inició como voluntario en la Cruz Roja a los 18 años. "Empecé acompañando a personas en sillas de rueda desde la estación de tren de Sant Joan hasta el CAR de Sant Cugat y cuando conseguí cierta preparación, empecé a colaborar como técnico de gimnasio", explica. El joven inventor también es guía de esquí de la ONCE y ha participado en varios proyectos de cooperación en Nicaragua o El Salvador. Sallés ha crecido como monitor de niños y jóvenes. 

TRABAJO DE CAMPO

Su diseño, que recibió un 9,5, tiene una clara vocación social. Vila y Sallés realizaron un trabajo de campo intensivo para encontrar materiales que fueran baratos y accesibles en cualquier país con pocos recursos. "Lo más difícil de todo fue precisamente encontrar la manera de no depender de nadie para fabricar in situ, en cualquier país", explica Sallés, de 24 años. "Lo que nos llevó más tiempo fue conocer la realidad de los países en vías de desarrollo a los que nos queríamos dirigir: Diseñar una silla que se adaptara a diferentes tipos de terreno, condiciones climáticas y personas", añade Vila. Él su compañero buscaron asesoramiento en entidades como Cruz Roja y ESI, que se sumaron al proyecto, pero también en Medicus Mundi o Enginyers sense Fronteres, entre otras. 

Una silla de ruedas muy sencilla no suele bajar de los 200 euros, pero el proyecto de Vila y Sallés resulta especialmente interesante por haber dado con una solución eficaz empleando muy pocos recursos. Los dos estudiantes utilizaron las ruedas de atrás de la bicicleta, con mayor diámetro que las de delante, para facilitar la autopropulsión, que lograron finalmente encajando trozos de tuberías de agua de PVC entre la llanta y el neumático.

El PVC, más barato que el aluminio, es fácil de trabajar y ofrece mucha flexibilidad. La silla puede adaptarse tanto a un adulto de 100 kilos como a un niño de 40, y no resulta difícil añadir una pieza para inmovilizar una pierna lesionada que debe mantenerse recta, por ejemplo. Al final, sus prestaciones y confort son las mismas que las de una silla convencional, y se le estima una duración de tres a cinco años.