Al salir del congreso...

Cuando la Fira baja la persiana, asistentes de todo el planeta se entregan a cenas y fiestas corporativas en restaurantes y locales de moda Su consumo es muy superior al habitual

Paellas para cenar 8 Un grupo de congresistas en una concurrida terraza del Port Vell

Paellas para cenar 8 Un grupo de congresistas en una concurrida terraza del Port Vell

FERRAN IMEDIO / PATRICIA CASTÁN / BARCELONA

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A tope. Como si no hubiera crisis. Como si se hubiese vuelto al 2006. Como si se estuvieran viviendo los viejos tiempos otra vez, con reservas hechas desde hacía días, semanas, meses, incluso. Son días de vino y estrellas Michelin en Barcelona. Los restaurantes de lujo están a tope otra vez. Efectivamente, la más alta tecnología ha llegado a la ciudad: el Mobile World Congress es, más que una feria, la máquina del tiempo.  Y del dinero.

En los restaurantes del Hotel Omm (Moo, con una estrella Michelin, y Roca Bar, informal) no hay sitio por las noches. Tampoco en el bar del lobi, en el club y en las salas. Hay tanto ambiente que la dirección del establecimiento ha puesto música en vivo a diario en el vestíbulo. «Hay mucho trabajo pero estamos muy contentos porque se trata de un tipo de cliente muy exigente en cuanto a la calidad de la comida y la bebida», explica Clementina Milà, relaciones públicas del Omm. Si tienen que lamentarse de algo sus chefs es de que los clientes apenas tienen tiempo para degustar las creaciones de los Roca, que dirigen la gastronomía del hotel. Comen muy bien, pero están poco tiempo en la mesa. Aunque también disfrutan de su club, que acoge diversos eventos. Tanto allí como en otros restaurantes del grupo Tragaluz tienen grupos que repiten desde hace cuatro años.

Tickets (una estrella Michelin) cierra estos días al gran público porque solo acoge actos de empresas vinculadas a la feria. El local entero, y con una carta que no tiene mucho que ver con la de cada día. Los responsables del restaurante de Albert Adrià cerraron la reserva hace un año para cada uno de los cuatro días de feria. De ahí que fuera imposible pedir una mesa estos días por los conductos habituales de la casa, es decir, por internet, donde solo se puede reservar a dos meses vista. «Son actos privados y hacemos cosas especiales», revela Juan Carlos Iglesias, socio con los hermanos Albert y Ferran Adrià del local del Paral·lel.

Trabajando el día de fiesta

Javier Torres, chef de Dos Cielos (una estrella Michelin) junto con su hermano gemelo, Sergio, se expresa en la misma línea. La pareja, que preparó el domingo la cena inaugural de la feria en el palacio de Pedralbes con el rey Felipe y otras 170 personalidades entre políticos y líderes de las empresas del sector,  hablan de «locura». «Estamos full desde el primero al último día. Han venido los directivos de Sony, y les cerramos el restaurante para ellos el lunes, que es el día que normalmente hacemos fiesta. Esta noche [por ayer] han venido los de Samsung... Y así hasta el jueves». Javier Torres destaca el poder adquisitivo de estos directivos: «Son grupos muy top y pagan muy bien, piden exclusividad y no tienen problemas en pedir vinazos, de manera que podemos elaborar platos aún más sofisticados».

Pueden dar fe de ello los responsables de Lasarte, cuya espectacular sala acristalada sobre la cocina, única en España, está vendida desde hace meses. Poco importa que el cubierto cueste 400 euros. Y los clientes del MWC son tempraneros (suelen comenzar a cenar a las ocho como tarde) y repetidores.

Y si los restaurantes más elitistas hacen el agosto en marzo, sobre todo con grandes reservas corporativas, otros muchos delegados que van en grupos menores o por libre toman también locales más populares y de tapeo, sobre todo en el Eixample, llegando a triplicar con su consumo la factura media, señalan en el Gremi de Restauració.

En especial triunfan los establecimientos que ofrecen cena, copas

y baile, todo en uno. Opium es uno de los destinos estrella, el lunes ya se llenó, pero ayer tenían una exclusividad para 800 personas, con una cena cóctel especial (catalán e internacional) preparada por su chef, Billy Baroja. Luego se fundieron con el resto de clientela a partir de medianoche y hasta el cierre, con especial demanda de mesas VIP. En la misma zona, a pie de playa, el restaurante y club Carpe Diem tenía cientos de reservas (al completo, como sus privados) y sus mejores lounges tenían un consumo mínimo de 2.000 euros.

Hasta las coctelerías de siempre, como Ideal, han notado el desembarco en forma de whiskies de reserva a destajo, sobre todo con clientela asiática, ya desde el fin de semana.  Por no hablar de los que tras la feria toman los bares y coctelerías de los mejores hoteles, como el Bankers del Mandarin Oriental o la barra del Majestic. En este, además, miman a estos clientes cada tarde  con una copa de cava gratis y descuentos para volver de vacaciones y con más calma.