AUSTERIDAD LABORAL

Cómo vivir con el salario mínimo o la pensión más baja

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ANTONI FUENTES / BARCELONA

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Enrique Sánchez ya está echando cuentas sobre las cosas qué puede hacer con la subida de la pensión subida pensión que cobrará a partir de enero. Pero los cálculos se acaban con rapidez: 1,6 euros más al mes, 22,4 euros al año, dan muy poco de sí. Un café más al mes, una comida de menú en todo el año o tres entradas para el cine. Este jubilado forma parte de la creciente legión de pensionistas y empleados en precario que se las ingenian para subsistir con prestaciones o sueldos bajo mínimos.

"Esta es la segunda subida del 0,25% que viviré. Lo peor es que, en realidad, el valor de la pensión baja por el aumento de algunas facturas como la de la luz", lamenta Sánchez. Después de trabajar durante 44 años como diseñador gráfico, se tuvo que prejubilar el año pasado, con 61 años de edad y una paga de 670 euros. Fue víctima del sistema de cálculo de la pensión de la Seguridad Social, al tener más peso sus últimos años de cotización, en los que tuvo que cerrar su estudio de diseño y empezar a cobrar el desempleo y la renta de inserción, y también resultó perjudicado por el adelanto de la jubilación. Como consecuencia de ello, sus ingresos mensuales han caído alrededor de un 55% desde el momento en que todavía trabajaba hasta ahora. 

VIDA AUSTERA

"La situación te obliga a llevar una vida austera, de mínimos, y a renunciar a muchas cosas para ti y para tus familiares", explica Enrique Sánchez. "He vuelto a ir al cine después de muchos años porque mi hija me ha regalado unas entradas para ver 'Star Wars'", añade. Después de acceder a la jubilación, ve con preocupación la evolución del sistema de la Seguridad Social, por las secuelas que tendrá sobre las pensiones que cobrarán los jóvenes en el futuro: "Hay que repartir más la riqueza. El cambio quizá venga a la fuerza porque no se puede tener a los jóvenes en el parque sin ofrecerles trabajo".      

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Los jóvenes que consiguen empleo jóvenes empleo sufren a menudo un vía crucis con contratos precarios, sueldos bajos próximos al salario mínimo interprofesional, que subirá el 1% en el 2016, y jornadas inacabables. Dídac, que prefiere no revelar su identidad por miedo a represalias, cobra una media de 3,3 euros por hora efectiva de trabajo, unos 700 euros al mes por más de 50 horas a la semana como camarero en un restaurante de Barcelona mediante una empresa de trabajo temporal (ETT). Dentro de lo malo, Dídac gana más ahora que en su anterior empleo en una hamburguesería de comida rápida, en la que percibía entre 400 y 500 euros por un contrato a tiempo parcial que le imposibilitaba buscar otros trabajos, aunque la media de la retribución era de 6,5 euros.

HORAS EXTRAS SIN COMPENSAR

"Dejé el trabajo para buscar otro a jornada completa. Ahora gano más al mes, pero a costa de trabajar muchas más horas", asegura este treintañero. Antes de la crisis, las empresas pagaban en negro esas horas adicionales a un precio muy por debajo de la tarifa oficial, pero ahora ya ni se esfuerzan a compensar los alargamientos de jornada. "Si te quejas, la respuesta es siempre la misma: ahí tienes la puerta abierta, que es muy grande, si te quieres marchar". 

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Se emancipó muy joven viviendo en pisos compartidos y ahora ha optado por trasladarse fuera de Barcelona para buscar un alquiler más económico de 500 euros al mes que paga junto con su pareja. Por sí solo, sería imposible pagar ese alquiler y se vería obligado a volver a colgar anuncios para compartir piso con desconocidos, como ha hecho desde los 16 años.

Su situación laboral le ha llevado a aplazar sin fecha la reanudación de los estudios de la carrera de Comunicación porque le resulta imposible pagar los 2.000 euros de matrícula de un curso completo.