Sacar buen partido a la flexibilización

El debate sobre la austeridad es irrelevante, porque el pacto de estabilidad y crecimiento de la UE prevé mecanismos flexibles para diferir en el tiempo los objetivos económicos de saneamiento de las finanzas públicas. Lo relevante es cómo se emplea esta f

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Ante el inicio del nuevo curso académico universitario miles de estudiantes han empezado las clases. En el caso del nuevo curso político,  la asignatura en la que están matriculados muchos estados de la Unión Europea es la mejora de las finanzas públicas. Ante los desafíos de este objetivo se han recetado las políticas de austeridad. Estas consisten en una combinación de reducción del sector público, disminución de sueldos y salarios de funcionarios públicos, privatizaciones de entidades públicas y la reducción de servicios prestados por el Estado. Adicionalmente, se han complementado con la subida de impuestos y tasas públicas.

Estas medidas han tenido, como está previsto en cualquier manual de economía, un efecto contractivo sobre las economías y en algunos casos han impuesto un enorme coste social.

¿Cuáles son las justificaciones a favor y en contra de estas políticas de austeridad? En contra, podemos destacar cuatro argumentos principales. El primero es el riesgo de una espiral de desaceleración económica. Si usted impone recortes en el sector público, mientras el sector privado está reduciendo su endeudamiento, ¿de dónde procederá el crecimiento económico?

En segundo lugar, según el dicho popular, esas curas de caballo pueden llevarse lo mejor de un ser humano. Un tratamiento de una intensidad excesiva, aplicado a un cuerpo débil, puede matar al paciente. Según los últimos datos de Eurostat, la oficina de estadística oficial de la Unión Europea, desde finales del 2009 hasta finales del 2013, Grecia ha perdido el 17,7% de su producto interior bruto (PIB). Un empobrecimiento extraordinario para los griegos y cualquier otra nación. Pues, representa una reducción del PIB de 30.000 millones de euros para una población de 11 millones.

En tercer lugar, los oponentes de las políticas de austeridad aducen la existencia de alternativas y recuerdan cómo después de la segunda guerra mundial el Plan Marshall de estímulo económico puso los cimientos del resurgir alemán. Y a contrario sensu, ¿cómo las exigencias del tratado de Versalles y sus reparaciones de guerra condujo a la catástrofe? El famoso economista John Maynard Keynes, que atendió la conferencia de Versalles, denunció en 1919  la situación con la publicación de un libro titulado Las consecuencias económicas de la paz, que fue un éxito de ventas mundial.

Finalmente, se puede percibir cómo se destruye el tejido social de los estados del sur de Europa. Solo gracias a instituciones como las familias y otras redes sociales se han podido sustituir parcialmente los recortes presupuestarios que afectan a sectores tan sensibles como la educación o la sanidad.

En cambio, los defensores de las políticas de austeridad presentan en el debate cuatro ideas para defenderlas. En primer lugar, argumentan que si los gestores económicos de estos países no aprenden la lección, volverán a los vicios anteriores, y provocarán males mayores. Ciertamente, la mala gestión económica en algunos países, los niveles de corrupción y el nefasto diseño de instituciones y leyes regulatorias han provocado unas pérdidas económicas colosales.

El segundo argumento es de carácter legal; en una unión monetaria se aceptan una serie de normas para el correcto funcionamiento de la misma y deben ser respetadas. En tercer lugar, las políticas de austeridad permitirán transformar las economías consiguiendo que sean más eficientes, más competitivas y más sólidas. Estos son requisitos necesarios para sobrevivir en un entorno económico globalizado. Finalmente, los defensores de la ortodoxia presupuestaria afirman que es imposible una recuperación económica sólida y duradera sin poner en orden las finanzas públicas. Idea básica que es difícil de atacar.

Efectivamente, tal y como puede verse en el gráfico, las necesidades de refinanciación de deuda pública en algunos estados de la eurozona es importante y los niveles de endeudamiento muy altos. Y no incluye las necesidades a cubrir con mayor emisión de deuda debido a los déficits públicos que presentarán estos países el próximo año.

La paradoja es que todos los argumentos, a favor y en contra, son válidos y pueden aplicarse en mayor o menor medida dependiendo de los países. En realidad, el debate sobre la política de austeridad es irrelevante. Porque el pacto de estabilidad y crecimiento de la UE prevé mecanismos flexibles para diferir en el tiempo los objetivos económicos de saneamiento de las finanzas públicas. Posibilidad que aprovechó el ministro francés de finanzas, Michel Sapin, el 10 de septiembre para anunciar que aplazan el objetivo de déficit fiscal por debajo del 3% sobre el PIB desde el año 2015 hasta el 2017.

Reformas estructurales

Lo que realmente es importante es saber cómo emplear esta flexibilización para atenuar el coste social de las medidas de ajuste y, sobre todo, para implementar las reformas estructurales que requiere cada Estado. Estas reformas garantizarían el crecimiento económico, que mejoraría los perfiles crediticios de los países más endeudados.

En la mayoría de los países se debería incidir sobre unas estructuras burocráticas del siglo XIX, que no están preparadas para gestionar economías del siglo XXI, así como en la supresión de gasto improductivo para poder reorientar las políticas de gasto. Sin olvidar dos temas esenciales: facilitar el espíritu emprendedor, permitiendo que abrir un negocio no sea un acto heroico, y la potenciación de las políticas de I+D+i. Todo en aras de incrementar el crecimiento potencial de las economías, para que de esta forma puedan garantizarse los pilares básicos del Estado de bienestar. Incluso los acreedores de la deuda de estos países verían con buenos ojos aplazar los objetivos de déficit público, siempre y cuando existieran planes creíbles de reformas microestructurales que permitieran ganar flexibilidad a estas economías.

En definitiva, los alumnos (los diferentes países de la eurozona) pueden solicitar un aplazamiento de los exámenes por causa justificada, pero si vuelven a presentarse sin haber estudiado, el resultado será el mismo: un suspenso.