La revolución en clave femenina

Las iniciativas como Airbnb que han aparecido con las nuevas tecnologías no son el único modelo de economía colaborativa. Hay muchos más. Por ejemplo, dentro de las empresas, donde queda un largo camino por recorrer. Las mujeres tienen mucho que decir y a

La revolución  en clave femenina_MEDIA_1

La revolución en clave femenina_MEDIA_1

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Debemos cooperar para ser más competitivos». La empresaria Pilar Almagro (Vertisub) definía así lo que ella consideraba que debía ser el futuro de las empresas y, en definitiva, de las personas. Y lo hacía en el marco de una de las jornadas anuales que organiza el Observatori Dona, Empresa i Economia de la Cambra de Comerç de Barcelona para reflexionar sobre aspectos que afectan a la mujer y la empresa.

La competitividad por sí misma no conduce a resultados satisfactorios para el mundo, la sociedad y el planeta. En cambio, si somos capaces de cooperar entre nosotros, tanto si hablamos de empresas como de trabajadores o simplemente de consumidores o de vecinos, los resultados para el conjunto del grupo serán más positivos. La colaboración no es un juego de suma cero, es un juego de suma positiva.

Cada vez tenemos más ejemplos de modelos colaborativos de éxito en nuestra sociedad, todos ellos más sostenibles y generadores de más riqueza que los modelos tradicionales. Quizá el más conocido, porque es un fenómeno reciente y de crecimiento exponencial, es el consumo colaborativo. Es decir, aquellas iniciativas particulares o empresariales que han aparecido gracias a las nuevas tecnologías y que tienen por objetivo el intercambio de bienes y el intercambio de servicio entre particulares. SocialCar, Airbnb, Trip4real son algunos de los ejemplos que responden a este modelo.

El revenueflowing de la economía colaborativa ha aumentado este año el 25% en el mundo según Forbes y está posicionado como una fuerza disruptiva en el mundo económico. El beneficio de este consumo colaborativo deriva de la utilización de recursos infrautilizados y del contacto directo entre la oferta y la demanda.

Este modelo no es ni mucho menos el único en la economía colaborativa. Hay muchos otros, por ejemplo en el sector espacial, donde las empresas trabajan conjuntamente porque para poner en marcha un proyecto en el espacio es necesario la suma de fuerzas de empresas y países. Es el caso de dos empresarias pioneras, Mónica Roca (isardSAT) y Laura Moreno (Starlab), empresas en competencia, pero que unieron fuerzas para sacar adelante un proyecto pionero. «La competitividad es necesaria, pero cuando ganamos todos es colaborando y cooperando» explica Mónica Roca. Moreno subraya que «no hay que tener miedo a la complejidad y a los retos. Una pyme puede hacerlo todo, pero siempre a través de la cooperación y la colaboración».

La UE, consciente de la fuerza que tiene la colaboración, siempre ha basado los proyectos de financiación en la premisa de la cooperación entre países miembros. También hay ejemplos en el sector de la economía social, la alimentación sostenible y las entidades sociales, donde la participación y liderazgo de las mujeres es abrumador.

Hay otro concepto de colaboración más amplio que los anteriores y del que todavía hay un gran camino por recorrer: la estrategia colaborativa dentro de las empresas y las organizaciones. En nuestro país falta una cultura empresarial que empodere al individuo, que fomente la diversidad y la colaboración con personas que tienen diferentes roles y responsabilidades, y que cree las condiciones necesarias para trabajar en colaboración (diseño de espacios, tecnología , incentivos, etcétera). Los beneficios de esta estrategia son claros: la colaboración en el puesto de trabajo tiene una mejora de calidad que se puede cuantificar aproximadamente en 2.517 dólares por empleado y año. También representa una ahorro de tiempo, un acelerador del proceso innovador y tiene un impacto directo en la motivación y el compromiso de los trabajadores: el 56% son más felices cuando han colaborado.

Aunque los beneficios son claros, estudios recientes han cuantificado que solo dedicamos el 10% de nuestro tiempo a colaborar, aunque en algunos sectores como el de la educación se dedica mucho más. ¿Cuáles son los principios básicos para poner en marcha un proyecto colaborativo según el emprendedor Xavier Verdaguer y Rosana Agudo (TTi Transformación):

1. Dar antes que recibir: la generosidad es muy importante siempre que hablamos de colaboración.

2. Ser arriesgados en las ideas y no tener miedo al cambio: en este país somos demasiado conservadores en las ideas y nos cuesta compartirlas. Si conseguimos que el conocimiento circule generosamente, se enriquecerá y dará frutos.

3. Liderazgo compartido. Cuando hablamos de colaboración hablamos de equipos de líderes que son capaces de compartir.

4. Para crear ideas y proyectos, la diversidad es extremadamente positiva, es la clave del éxito. Diversidad en cuanto a género, edad o conocimiento. Interactuar desde el respeto y con pasión por un objetivo común.

Varios estudios han demostrado a lo largo del tiempo que estas cuatro características las tienen sobre todo las mujeres y que pueden llegar a un mayor nivel de cooperación y colaboración que los hombres. Como dice Rachel Botsman, pensadora y consultora en innovación: «Estamos en el comienzo de una revolución colaborativa que será tan importante como la revolución industrial».

En julio del 2013 la emprendedora Francesca Gabetti y la presidenta de la ODEE, Núria Lao, participaron en el Programa Imagine, que tuvo lugar en el Centro de Creatividad de Silicon Valley, con un proyecto sobre el empoderamiento femenino. Durante su estancia, desde Barcelona se formó un grupo de trabajo que, de manera colaborativa, nutría de ideas y hacía llegar sus sugerencias. El proyecto permitió diseñar una aplicación con Google Glass para eliminar barreras de género, que se patentó y posteriormente se presentó a Google. Un ejemplo más de trabajo colaborativo es el de la redacción de este artículo, en el que han participado Núria Lao, Anna Mercadé, Carmen Poveda y Noèlia Valencia.