representación sectorial

Retailcat quiere ser patronal

La nueva asociación del comercio catalán defiende su derecho a negociar convenios

Rebajas de verano en una tienda de Barcelona.

Rebajas de verano en una tienda de Barcelona. / periodico

EDUARDO LÓPEZ ALONSO / BARCELONA

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Retailcat quiere representar al pequeño comercio catalán ante la Administración, y ser lobi con influencia para defender los intereses de casi 100.000 comercios que quieren voz y tienen además apetecible voto. La extinta Confederació de Comerç de Catalunya fue en el pasado la institución más visible de un complejo entramado de sensibilidades e intereses diversos cuya representación se disputan ahora en Catalunya asociaciones, patronales y gremios, juntos y por separado.

Retailcat, que suma a Barcelona Oberta, Cecot Comerç, Comertia y la Fundació Barcelona Comerç, se ha situado en solo tres meses en ese escalón con un alto poder de influencia y ambiciones claras para la mejora del sector. Junto a ella, Pimec Comerç, Agrupament de Botiguers de Catalunya y Fepime. Ninguna de ellas quiere ser heredera legal de la suspensión de pagos presuntamente causada por la gestión del entonces presidente de la confederación Miguel Ángel Fraile, pero sí aspiran a atraer la responsabilidad de canalizar las demandas del pequeño comercio. 

Retailcat reivindica su papel renovador y de candidatura sólida para ser interlocutor válido en la negociación del convenio sectorial. No querían ser patronal en el momento de su constitución, pero visto el panorama el objetivo parece ser asumible. Retailcat, sin alinearse políticamente de manera explícita, critica abiertamente la responsabilidad de la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, con los manteros. Se acabó la lucha prioritaria contra la liberalización de los horarios comerciales y la defensa de los periodos de rebajas. Ahora toca el respaldo a la gestión profesional de los espacios públicos comerciales (los BID), la liberalización total de horarios para el pequeño comercio y la exigencia de lucha activa contra el fraude fiscal en «todos» los comercios y no solo en los tradicionales. También para el comercio on line sin control.

El presidente de Retailcat, Joan Carles Calbet, es el líder de esa «renovación conceptual» que quiere poner coto a múltiples problemas, algunos nuevos y otros los de siempre, que reflejan el maltrato a unos comerciantes herederos de la crisis y que sufren «competencia desleal», «indefensión» y «falta de comprensión», según sus palabras. Son, dicen, más de 33.000 comercios asociados a Retailcat que suponen 236.300 trabajadores y el 7% del PIB catalán. Pretenden buenas relaciones con la Administración, tanto local como autonómica, aunque hasta ahora, en sus primeros tres meses de vida, muestran menos interés en tener un papel relevante ante las patronales del resto del Estado. Para crecer apostarán por estrechar lazos con las agrupaciones comerciales locales, con los representantes del empresariado y con los gremios. 

Impulso público-privado

En lo que respecta a los BID, Retailcat quiere que los comercios de zonas comerciales acepten tras votación vinculante por mayoría un pago obligatorio que sustente estructuras de promoción colectivas (gerentes), para impulsar desde iluminación especial a cualquier otra necesidad que fomente las ventas en entornos concretos. La nueva ley de comercio que se aprobará esta semana es el marco adecuado para validar o denegar unas demandas que quieren fortalecer la red comercial urbana por encima de todo, para evitar la perenne amenaza de que la concentración comercial y el triunfo de las grandes cadenas termine por desertizar el centro de las poblaciones.