POLÍTICA MONETARIA

La Reserva Federal concluye su tercera ronda de estímulos

Este mes concluirá el programa de compra de bonos aunque se mantendrán los tipos en mínimos históricos

RICARDO MIR DE FRANCIA / WASHINGTON

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La economía estadounidense ya no necesita ayuda externa. Ese es el mensaje que ha enviado este miércoles la Reserva Federal a la conclusión de su reunión mensual en Washington. Tras 10 meses seguidos de recortes en su programa de compra de bonos del Tesoro y títulos hipotecarios, la FED ha puesto fin a la tercer ronda de estímulos, el llamado Quantitative Easing (QE), un experimento puesto en marcha a finales del 2008 para estabilizar inicialmente el sistema financiero y, más tarde, para fomentar la inversión y el empleo. 

En el verano del 2013, cuando las FED sugirió por primera vez su intención de replegar velas, los mercados reaccionaron con pánico, pero esta vez, después de muchos meses telegrafiando sus intenciones y marcando los plazos para el final de los estímulos, Wall Street ha encajado la noticia con tranquilidad.

Tras el anuncio, se han producido ligeras caídas, pero dentro de un clima de normalidad pese a que los mercados echarán de menos el dinero fresco de la FED. Lo que seguirá igual son los tipos de interés a corto, que se mantendrán cercanos al cero "durante un tiempo considerable", según el comunicado emitido este miércoles. 

Para justificar su decisión, el banco central que dirige Janet Yellen sostiene que el programa de estímulo ha cumplido su principal cometido, reforzar el mercado laboral. El paro está actualmente en el 5.9%, muy lejos de aquel 10% que alcanzó en el punto más crítico de la crisis. "El comité considera que ha habido una mejoría substancial en las perspectivas del mercado laboral desde la puesta en marcha del actual programa de compra de bonos", dice el comunicado. También considera que "la economía tiene suficiente fuerza subyacente para respaldar el progreso hacia el pleno empleo" y que "se han reducido los riesgos de una inflación persistentemente baja”. Las estimaciones apuntan a que la economía estadounidense podría crecer a un ritmo del 3% del PIB en este tercer trimestre, un ritmo sustancialmente mejor al de la eurozona o Japón. 

Desde que Ben Bernanke puso en marcha la primera ronda de QE, el balance de la FED ha engordado en casi 4 millones de dólares. Pero los principales riesgos señalados por los críticos del programa, como el desplome del dólar o el crecimiento desbocado de la inflación, no se han materializado. Otra cosa es la sobrevaluación de los activos y la creación de incipientes burbujas, un escenario que parece respaldado por los precios de los mercados. "El impacto en el empleo es una metáfora del impacto del QE", escribe hoy Neil Irwin en el New York Times. "Ha ayudado a la economía a recuperarse. Pero no ha sido barato, ni rápido ni ha solucionado todos los problemas".