UNA ACTIVIDAD EN CRECIMIENTO
Rehabilitar en el laberinto
En plena crisis de la construcción la rehabilitación se ha etiquetado como la mejor vía para crear empleo , pero la experiencia de BCN muestra que no siempre es fácil llevarla a cabo
La experiencia de la rehabilitación en Barcelona pervive en la memoria colectiva de la ciudad del Barcelona posa't guapa. Aquella campaña impulsada por el consistorio olímpico de Pasqual Maragall es el referente más conocido, pero no es la única iniciativa. El ayuntamiento ha mantenido otras iniciativas de ayudas a la rehabilitación de edificios, incluso en los peores momentos de la crisis inmobiliaria.
Lo curioso es que en alguna de esas convocatorias ni siquiera pudo gastarse el 50% de las subvenciones disponibles. En parte, por la crisis: falta de demanda. Pero también por el enrevesado esquema establecido por el propio ayuntamiento para conceder las ayudas públicas, pese a que esa actividad prácticamente era la única que se movía en el sector de la edificación en esos momentos. De hecho, el gerente de Barcelona Gestión Urbanística (Bagursa) y del Consorci de l'Habitatge de Barcelona, Josep Maria de Torres, reconoció ayer ese error de gestión en el marco de una conferencia sobre rehabilitación energética en Beyond Building Barcelona-Construmat: «Cometimos el gran error en el 2013 de hacer una propuesta para fomentar la eficiencia energética. Se quiso hacer pedagogía y el resultado fue -visto ahora- una excesiva complejidad informativa», reconoció Torres.
A lo que se añadió falta de certeza en la subvención, porque venía ligada al incremento de la eficiencia energética en cada actuación. Resultaba difícil para la comunidad de propietarios saber cuánto iban a recibir. La empresa municipal creó un sistema de ayudas que iban del 10% al 50% del valor de las obras y con 19 tipos de aportaciones diferentes en función del incremento de ahorro energético. «Esto era ininteligible, las comunidades de propietarios no lo entendieron, los administradores de fincas tampoco...», agregó. El resultado fue que en Barcelona, que ha podido mantener anualmente las convocatorias de ayudas -la Generalitat no lo ha hecho durante tres años-, llegó a dar subvenciones muy por debajo de los fondos disponibles. «En las convocatorias del 2013 y del 2014, no llegamos a gastar lo que teníamos presupuestado», comentó Torres.
Destaca la actividad realizada en el 2014: el Consorci disponía de 11,8 millones para rehabilitación, pero solo concedió 4,2 millones, mientras que en el 2011 se habían concedido 25,9 millones -las subvenciones de ese año contaban con excedentes del año anterior-, sobre un total disponible de 21,5 millones. Tras dos ejercicios sin consumir los recursos, hubo que simplificar el sistema de ayudas para que en el 2015 puedan gastarse los 36 millones presupuestados.
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