La economía no son recetas

De izquierda a derecha: Ontiveros, Bricall, De la Dehesa, Castells y Domínguez en RBA, el 23 de septiembre.

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josep-maria / Ureta

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Tarde memorable, la vigilia de la Mercè, en la sede de la Fundación RBA, en pleno barrio barcelonés del 22@, distrito de empresas y aulas de comunicación.

Con el objetivo, infrecuente, de hablar de libros de economía se demostró que aun es posible reunir a más 400 personas en un debate sobre las muchas maneras de interpretar la realidad económica local y global, en especial tras los últimos siete años de crisis. De un lado, el coloquio moderado por la periodista Montserrat Domínguez (Huffington Post) con los economistas y académicos Josep Maria Bricall, Emilio Ontiveros, Guilermo de la Dehesa y Antoni Castells.

De otro, un público integrado por muchos políticos, encabezados por los expresidentes Maragall y Montilla, el exministro Joan Majó, los exconseller Josep Huguet Montserrat Tura, investigadores como Enric Banda, otros economistas (Alfredo Pastor, Teresa García Milà, Antón Costas), capitanes de empresa como Joan Molins, Josep Ferrer y Salvador Alemany, y buena parte de los líderes actuales del PSC encabezados por Miquel Iceta y Jaume Collboni.

El objetivo era presentar la nueva colección de libros que lanza RBA tras una buena sintonía de su presidente Ricardo Rodrigo y el catedrático de Hacienda (UB) y exconseller Antoni Castells para intuir una demanda, no cubierta, de posibles lectores de economía con conocimientos sobre la materia pero no expertos. Los cuatro ponentes del acto son el consejo editorial que afronta el reto de elegir cada año cinco textos, de autores españoles o de otros países (traducidos al castellano) que aborden temas de actualidad y los expongan a medio camino entre el sensacionalismo -este sector, en España, está más que cubierto- y el texto académico demasiado especializado (con sus ecuaciones y algoritmos).

«Libros que aproximen la realidad económica a un tipo de lector inquieto, formado pero no especialista», precisó Castells. Si lo consiguen Alain Minc y Jacques Attali en Francia o Paul Krugman y Joseph Stiglitz en Estados Unidos, es posible, piensan los editores, conseguir algo similar en España: que se consolide una colección cuyo simple nombre sea capaz de dar confianza al lector de economía.

Para desacomplejar un poco más la prevención ante los textos de economía, los cuatro ponentes, de larga presencia pública con sus escritos  o sus años de gestión política, coincidieron en presentar la actual crisis como una evidencia de que la ciencia económica tiene limitaciones, pero no por ello deja de ser una disciplina cada vez más presente en la toma de decisiones.

Dijo Bricall que «es necesario huir de las recetas. Las cosas complejas no tienen soluciones sencillas». En esta idea de no exigir a la economía las prestaciones de las ciencias exactas, y menos en el sector financiero, abundó Ontiveros: «Los mercados no son eficientes, no procesan toda la información que le proporcionan y además son manipulables». Más contundente, sin perder sus formas suaves, estaba De la Dehesa: «El euro está sobreviviendo a pesar de que todo se ha hecho mal. Desde el principio. No puede haber una unión monetaria sin una unión fiscal». Completó Ontiveros: «Pero quién nos iba a decir que este mes ya tendremos autoridad bancaria europea, otra cesión de soberanía». Y Castells retomó: «Se siguen aplicando recetas equivocadas que van contra la realidad por culpa de ideas preconcebidas».

Los cinco primeros títulos programados abordan temas como Europa, el dinero, la globalización o la desigualdad. Fue Bricall el que introdujo el interés por el primero de los títulos de la colección (El Estado emprendedor, de Mariana Mazzucato), que sale a la venta esta semana. Dijo el exrector de la UB: «El Estado no ha estar solo en la demanda. También en la oferta, y más en concreto en la innovación».

Pues Mazzucato, investigadora en Sussex (Gran Bretaña)  ha hecho exactamente lo que se proponen los editores de RBA, poner en cuestión los tópicos sobre economía. Todo el mundo habla, escribe Mazzzucato, del auge de los teléfonos  inteligentes y de las empresas que los han desarrollado. Y añade: se obvia que son inteligentes porque ofrecen acceso a internet, que es el resultado de la investigación básica que en EEUU se hizo con fondos públicos.

Una receta tan de éxito pero poco reconocida.