NUEVO MODELO DE CAPITALISMO

¿Quién gana más con la economía colaborativa?

La aplicación Uber en funcionamiento en Barcelona, en el 2014.

La aplicación Uber en funcionamiento en Barcelona, en el 2014.

AGUSTÍ SALA / BARCELONA

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No todo es blanco o negro o de color de rosa. Detrás de la economía colaborativa también "hay apropiación del término y parasitismo de iniciativas altruístas o generadoras de confianza, cuando no puro capitalismo financiero, desligado de todo interés social".

La advertencia forma parte de un estudio del Instituto de Innovación Social de Esade en el que, a la vez que se reconocen las bonanzas y sentido social de estas actividades, se lanzan algunas alertas: en torno a la mitad de las transacciones en este ámbito "están en manos de 17 empresas", con valoraciones millonarias; entre ellas Uber Uber(coches con chófer) o Airbnb (alojamientos en casas particulares). Sus propietarios accionistas son quienes se apropian de la mayor parte del valor que genera el negocio sin ser los dueños de los activos, que aportan terceros.

{"zeta-legacy-despiece-vertical":{"title":"En busca de proyectos con impacto social","text":"Los autores usan cinco variables para medir el grado de innovaci\u00f3n social de este tipo de iniciativas, que van desde el impacto social positivo, la sostenibilidad econ\u00f3mica, la innovaci\u00f3n, la colaboraci\u00f3n intersectorial y el potencial de poder escalar. El objetivo es ilustrar que organizaciones de este tipo\u00a0pueden generar un impacto social positivo."}}

La cuestión es que "en la economía digital, en la que se mueve la economía colaborativa, se tiende a la concentración de poder progresiva, y se convierte en algo más próximo al sistema oligopolístico", es decir, en el que dominan unas pocas compañías, explica David Murillo, doctor en Sociología, profesor de Esade y uno de los autores del estudio, en el que tambén participan la Fundació Abertis y EY Fundación España.

De hecho más del 90% de los beneficios de la economía colaborativa se lo llevan un 1% de las plataformas, advierten algunos analistas. El propósito del trabajo es abrir el debate y distinguir las actividades de este tipo que tienen un verdadero impacto social y las que no lo tienen, afirma Murillo. 

Pero además existen una gran disparidad de modelos. "No es lo mismo Uber, que cada vez se apropia de una mayor parte de la renta del conductor, que Airbnb, que dice aplicar una comisión del 3%", agrega. Otra derivada son los individuos que acumulan inmuebles y, que, finalmente lo que hacen es utilizar estas plataformas para dar a conocer y comercializar su oferta de alquiler.

Los autores también subrayan que existen plataformas más próximas a las pretensiones iniciales de la economía colaborativa. Por ejemplo, Blablacar "ha demostrado que es posible obtener beneficios dando acceso a las capacidades ociosas. Cada año se comparten 40 millones de viajes en la plataforma y se estima que con ello se ha evitado el consumo de un millón de toneladas de CO2", añaden.

NUEVO TENDENCIA

Uno de los puntos que se destacan es que existe "una creciente tendencia de las empresas tradicionales a patrocinar, invertir y adquirir nuevas plataformas, así como a adaptar sus propios modelos para poder competir en este nuevo entorno". La cadena hotelera Marriott está asociada con una empresa de 'coworking' para comercializar sus espacios infrautilizados; BMW Peugeot, con la entrada en Koolicar tienen un servicio de vehículos compartidos, Avis compró Lyft y Zipcar.

Si algo caracteriza a estas plataformas es que se centran "en el acceso a los productos y servicios en vez de en la propiedad", según un estudio de PwC. La mayor cadena mundial de alojamientos (Airbnb) carece de un solo apartamento en propiedad y la mayor flota de taxis (Uber) no tiene ni uno suyo. Es una de las características de esta nueva forma de economía basada en explotar activos o servicios ociosos, desde el aparcamiento particular cuando se emplea el coche para ir a trabajar (Wesmartpark) hasta los asientos vacíos en los vehículos durante los viajes (Blablacar).

En todo caso, se trata de un gran negocio. Los ingresos de esta actividads en la Unión Europea (UE) el año pasado alcanzaron los 28.000 millones de euros y a medio plazo pueden siutarse entre los 160.000 y los 572.000 millones de euros, según las estimaciones que recoge la Comisión Europea en las directrices que ha marcado para regular estas actividades, que "han venido para quedarse", según la comisaria de mercado interior e industria, Elzbieta Bienkowska.