La crisis de la eurozona

Adiós al paraíso fiscal

Un ruso pasa frente a una oficina de una banco chipriota en Moscú.

Un ruso pasa frente a una oficina de una banco chipriota en Moscú.

DIMITRI POLIKÁRPOV / MOSCÚ
ANDRÉS MOURENZA / ATENAS

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

El dinero ruso abandona Chipre. Sin esperar a que las autoridades locales aprueben la polémica decisión de imponer un impuesto a los depósitos bancarios a instancias de la Unión Europea, los empresarios rusos han sido los primeros en anunciar su huida del paraíso fiscal que se hunde. «Las compañías rusas tendrán que buscar otros paraísos fiscales capaces de ofrecer semejantes servicios. Entre las posibles alternativas, Belice se perfila como la más prometedora», opina Antón Danilov-Danilián, el copresidente de la unión empresarial Delovaya Rossiya.

«Es una expropiación al estilo bolchevique. Estamos escandalizados. Será imposible restablecer la confianza en Chipre después de semejantes iniciativas. Me pregunto de qué vivirán si las compañías rusas realmente se van», dice el presidente de Delovaya Rossiya, Alexander Galushka.

Rusia será la víctima principal de la posible quita. Según cálculos rusos, a los clientes de ese país les pertenecen unos 27.000 millones en depósitos bancarios. Así, a los rusos les correspondería el 40% de contribución al nuevo impuesto, según el Centro de Estudios Macroeconómicos del mayor banco ruso, Sberbank.

Además, el nuevo control sobre transacciones puede afectar unos 35.000 millones de euros de créditos que los bancos rusos habían concedido a las compañías chipriotas controladas por empresarios rusos. Si las autoridades de Chipre llegan a paralizar todas las transacciones las pérdidas de las empresas rusas podrían llegar al 2% del producto interior bruto. El complejo sistema de transacciones usado por numerosas compañías rusas pasa por los bancos de Chipre con el fin de evitar impuestos.

El Kremlin teme que, además del impacto negativo para los empresarios rusos, la medida podría sentar un precedente para decisiones similares en otros países de la zona del euro. De hecho, varios importantes personajes del mundo de negocios rusos han empezado el éxodo de Chipre sin esperar a que llegue a los extremos. «En mi opinión es pura piratería. El próximo paso sería abordar petroleros que pasan cerca de la isla. Saqué todos los activos que tenía en Chipre en diciembre pasado y estoy muy contento por haber tomado esa decisión», dice Dmitri Kostyguin, copropietario de cadenas de centros comerciales rusos.

Chipre ha sido una colonia offshore de Rusia, con la ventaja añadida de poder hacer negocios en Oriente sin salir de la UE, o a la inversa, desde hace una década. Por las carreteras de la isla se ven miles de anuncios en caracteres cirílicos: peluquerías, abundantes tiendas de alcohol, restaurantes y servicios inmobiliarios.

En el sur, en las cercanías de Limasol, residen unos 40.000 rusos y más de 150.000 turistas de Moscú viajan a Chipre cada año. En el país hay más de un millar de empresas rusas. Más aún, uno de los accionistas del Banco de Chipre es un multimillonario ruso.

La principal competencia a los rusos en Chipre es China, cuyo desembarco parece cada vez más visible. Pekín pretende conseguir que sus petroleras gestionen parcelas de explotación del gas natural chipriota. Esos planes perjudican a los del gigante del gas ruso Gazprom que ya había ofrecido a Chipre un préstamo a cambio de obtener acceso al sector petrolero de la isla.

Al margen de la comunidad rusa, en Nicosia se suele decir que cuando hay guerra en Líbano, los bancos chipriotas se llenan de dinero. La localización de la isla mediterránea le permitió durante años venderse como «la Suiza de Oriente Próximo» y recibir fondos sin preguntar de dónde venían, aunque fuese de grupos armados como la OLP y Hizbulá o de la familia del expresidente yugoslavo Slobodan Milosevic. Igualmente, los jeques del golfo Pérsico se sintieron atraídos por la mezcla de cercanía y elevados intereses que ofrecía la banca chipriota.

La empresa de asesoría Midland Consult explica que, aunque muchos de los libaneses «volvieron a Beirut al acabar la guerra» a principios de 1990, «su lugar fue heredado por empresarios rusos» cuando la Unión Soviética se vino abajo y algunos oligarcas se hicieron de oro vendiendo sus restos. Durante la guerra fría, muchos de los ahora altos funcionarios chipriotas, sobre todo de la izquierda, se formaron en Moscú, lo que estableció fuertes lazos.