reacciones empresariales ante los cambios políticos

El presidente de Merlin critica la moratoria hotelera de Barcelona

Clemente, a la izquierda, con Antonio Gámiz, del Circulo Ecuestre.

Clemente, a la izquierda, con Antonio Gámiz, del Circulo Ecuestre.

MAX JIMÉNEZ BOTÍAS / BARCELONA

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«La moratoria hotelera de Barcelona es un gran error». Ismael Clemente, presidente de Merlin Properties, la socimi que se ha convertido en una de las primeras inmobiliarias del país con la compra de Testa Inmuebles a Sacyr, fue ayer tajante con la decisión del consistorio que preside Ada Colau en materia turística. «Una ciudad en la que una parte importante de sus ingresos proceden del turismo no puede permitirse una decisión como esa», comentó Clemente tras una conferencia realizada en Círculo Ecuestre de Barcelona.

Desde su punto de vista, los hoteles generan ingresos para la ciudad, y el problema es que, «cuando un proyecto de inversión se retira, luego ya no es tan fácil volver a recuperarlo». Consideró dentro de lo posible que alguno de los proyectos que implicaban un cambio de uso, de oficinas a hotel, por ejemplo, pueden volver a presentarse en el mercado con el uso anterior. Ese es el caso de la Torre Agbar. Pueden hacer una pequeña rehabilitación y volverla a sacar al mercado como oficinas quien finalmente se la quede». En su opinión, la medida adoptada por el ayuntamiento barcelonés puede «asustar un poco» a los inversores internacionales.

De hecho, Clemente mostró su preocupación por la situación política y el efecto que los resultados de las últimas elecciones municipales y autonómicas han tenido en el mercado de inversión. «El saldo neto de inversión ya es negativo en este momento, las inversiones se están dirigiendo a Italia en este momento como consecuencia del tiro en el pie que nos hemos pegado con el giro político», destacó Clemente.

El directivo no dejó ningún jardín político sin transitar y se refirió  también al proceso independentista de Catalunya para mencionar la visión que se tiene fuera de España. En concreto, puso el ejemplo de Canadá, donde tienen una larga experiencia en ese aspecto. «La visión que hay en Canadá es que al final no pasará nada». «El resultado del lío es que acabará perjudicando al promotor del proceso», afirmó, como ha ocurrido en el país norteamericano, donde Montreal -secesionista- ha acabado notablemente perjudicada con respecto a Toronto -unionista- que se ha convertido en la ciudad más próspera del país.