a favor

Por qué haré huelga

JOAN J. QUERALT

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Me piden que escriba si mañana haré huelga y por qué. La secundo por que es un derecho fundamental que sirve para luchar contra condiciones de trabajo que no dejan de degradarse día a día. Desde que empezó la crisis esas condiciones han ido empeorando de forma uniformemente acelerada: ganamos sustancialmente menos y trabajamos más, o sea que estamos peor que hace tres años.

Se dirá que la situación no es culpa del Gobierno: aun con reservas, aceptémoslo. Pero si es así, en justa contrapartida, que no quiera solventarlo y menos aún utilizarlo como cobertura de otro plan, el real. La reforma laboral -se afirma- no va a crear ni más ni mejor empleo a corto y medio a plazo. Su genuino objetivo: desmantelar el Estado de bienestar degradando los servicios públicos, precarizar la fuerza laboral y desmochar derechos sindicales de corte constitucional.

Es más, habiendo devuelto al empresario el poder manchesteriano de hacer y deshacer en la empresa, porque es suya, aparte de primar inconstitucionalmente el derecho de propiedad sobre derechos fundamentales, se ha hecho el contrato laboral de peor condición que el privado; en efecto, en las relaciones privadas, una compraventa, por ejemplo, no puede dejarse al arbitrio de uno de los contratantes la ejecución de contrato, variar la cosa a entregar o el precio a percibir; en el nuevo contrato laboral, sí: quien manda es el patrón. Han vuelto los buenos tiempos.

Solo con ver el ataque a la huelga y a los sindicatos, en la línea tatcheriana, ya hay motivo bastante para ejercer este derecho. Los críticos oponen otros derechos fundamentales, empezando por el trabajo, que, sin embargo, no tiene tal categoría. Pasan por alto que, al estatuir la Constitución la huelga como derecho fundamental, pone como único límite la salvaguarda de servicios esenciales. Eso quiere decir que el constituyente sabía que la huelga comporta la superación momentánea de otros derechos y del funcionamiento de servicios públicos. Además, a diferencia de otros derechos, la huelga tiene un elemento comunitarista radical: o se ejerce en conjunto o de tal no puede hablarse.

Los mismos que critican hoy la oportunidad de la huelga, e incluso su legitimidad o integridad, criticaron a los sindicatos por no lanzar la anterior huelga, la de septiembre del 2010, a la yugular del Gobierno socialista. Si la huelga es para destrozar al rival, bienvenida sea, deben pensar los actuales críticos.

Sostengo también, y para mí es un motivo capital, la nula empatía de nuestros gobernantes con las penalidades de la ciudadanía: no saben lo que es ir a la compra con la cartera tiritando, llevar los niños al cole sin poderlo pagar, o que te echen de casa. Al contrario, gozan fotografiándose de punta en blanco, en una suite de un hotel de lujo, haciéndose servir el desayuno, leyendo la prensa diaria. Toda una imagen para la sociedad que se desloma y está a dos velas. Un ejemplo de precariedad y empatía. Por eso y más la huelga bien vale el descuento salarial de rigor.