+ DEBATE SOBRE CAMBIO CLIMÁTICO Y TRANSICIÓN ENERGÉTICA

Por el camino verde

Seis expertos analizan las medidas para un crecimietno más sostenible basado en las energías renovables

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Agustí Sala / Barcelona

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En el 2050, el mundo contará con 2.000 millones de habitantes, lo que significará llegar a los 9.500 millones. Será un reto monumental y una presión medioambiental y social sin precedentes. También para la demanda energética y para España Catalunya. La única opción parece ser tomar el camino verde (como en la canción), pero para apostar por las energías renovables que, a pesar del parón de los últimos años en España por la política del Gobierno sigue contando con un sector competitivo a nivel internacional.

Motivo para el consenso

La lucha contra el cambio climático es probablemente "el único ejercicio de multilateralidad que existe", afirma José López Tafall, director de regulación de Acciona. A su juicio "se ha dejado atrás el negacionismo", con la excepción de la Administración de Donald Trump en EEUU; y se ha llegado a un punto en el que el cambio climático es un hecho con base científica aceptado políticamente. Igualmente existe consenso en el papel preponderante que han de tener las energías renovables en el proceso de cambio.

José María González Moya, director general de la Asociación de Productores de Energías Renovables (APPA) destaca que si las energías 'verdes' pueden desarrollar ese papel es porque "ya son competitivas". De hecho, el año pasado se redujo el 23% la inversión en estas tecnologías mientras que aumentó casi el 10% su capacidad, lo que refleja su competitividad. En todo caso, más que una transición «estamos ante una revolución», que precisa una planificación energética.

Para Arnau Queralt, director del Consell Assessor per al Desenvolupament Sosntible de Catalunya (CADS), la situación climática "es muy grave" y se requiere un pacto de Estado. "Que los países nórdicos nos pasen la mano por la cara en energías renovables es juzgado de guardia", afirma. Países como Dinamarca cuentan con una marca propia para exportar tecnologías limpias. A su juicio fue un error apostar por el gas como energía de transición y se deberían impulsar más las energías renovables. Lo suscribe González Moya: «Estamos gasificando el país, cuando el vector de futuro es la electrificación». «Nos estamos equivocando al basarnos en el gas, que debería de ser transitorio», agrega.

Cambio necesario

La teniente de alcalde de Ecología de Ecología, Urbanismo y Movilidad del Ayuntamiento de Barcelona, Janet Sanz, subraya además la vinculación existente entre el cambio climático y la salud de las personas, especialmente aquellas en situación más vulnerable. Es fundamental, a su juicio, "dar la vuelta a la situación de forma urgente y compartida". De todas formas, María Luz Castilla, socia de sostenibilidad y cambio climático de PwC, destaca que España lo ha hecho "bastante bien" en los últimos años a tenor de la evolución del índice de economía baja en carbono que elabora la consultora. Con todo, dos elementos han contribuido a ello hasta ahora, la crisis y el aumento de peso de las energías renovables. Así, como el esfuerzo que hay que realizar de cara al 2030 o al 2050 requiere una mayor descarbonización del sector eléctrico, se precisa más eficiencia energética y apostar por la rehabilitación y la movilidad sostenibles.

Por su parte, Javier Martín-Vide, climatólogo y catedrático de geografía física de la Universitat de Barcelona (UB) critica el hecho de que la política energética haya funcionado como la educativa, sin marcos estables y una "inseguridad jurídica total". Salvador Samitier, responsable de la Oficina Catalana de Canvi Climàtic, subraya que el principal desafío en los próximos años es de gobernanza y social. "El reto no será tanto producir la energía sino gestionarla". A su entender, «el cambio nos lleva a la democratización de la energía", que estará más cercana al consumo, etcétera.

Oportunidad de una nueva regulación

Al entender de López Tafall, leyes de cambio climático y transición energética como la que prevé el Gobierno central , o la que tiene previsto aprobar esta semana el Parlament, son esenciales, pero si tienen objetivos concretos y medidas sectoriales. Con estas características puede suponer un buen impulso si además se introducen elementos de fiscalidad. "Ya no vale solo la norma y quitar la grasa que sobra. Hay que cambiar el modelo", sentencia.

González Moya insiste en la necesidad de utilizar la fiscalidad, que puede ayudar y potenciar el cambio de modelo. Todo ello combinado con objetivos de emisiones medibles, sistemas de seguimiento y medidas correctoras con una apuesta por la electrificación en el transporte y la climatización con energías como la solar. También aboga  por la ejemplaridad de las administraciones, con su apuesta por las flotas de vehículos eléctricos o la mejora en el consumo de los edificios públicos.

Sanz afirma que el consistorio pretende acometer la simplificación administrativa para facilitar, por ejemplo, el autoconsumo, una de las herramientas para el cambio de modelo. Otra podría ser un IVA específico para las energías renovables, apunta.

Castilla defiende también "los mecanismos fiscales que incentiven los comportamientos más sostenibles". Además, a su entender, es necesario "un marco regulatorio claro", establecer objetivos más allá del 2030 y nuevos instrumentos financieros como los los bonos 'verdes'.

Según Martín-Vide es impresindible "una información clara al ciudadano, buscar su complicidad». Otro elemento esencial consiste en "reverdecer las ciudades" para reducir la absorción de calor que eleva las temperaturas y complica la salud de las personas más vulnerables. Y es que los efectos del cambio climático, como las olas de calor, se ceban generalmente en aquellas personas y familias en situaciones más vulnerables. Queralt también ve oportuna la ley, pero "hay que hacer bandera de ella". Debe ser, a su entender, "transparente", porque en la actualidad el ciudadano no tiene clara cuál es la estrategia que tiene el país. Samitier defiende, a su vez, una fuerte apuesta por el transporte de mercancías por ferrocarril, que en la actualidad "es testimonial". Hay países en los que representa en torno al 20% del total.

Ciudades, un pilar fundamental

López Tafall constata que sin el Acuerdo de París , en el marco de la COP 21, "no tendríamos nada a qué agarrarnos" y por ello se requiere "una ley que ayude a cambiar el mensaje". En todo  caso, "el papel de las ciudades es esencial en cuestiones como, por ejemplo, el transporte". Y es que también son las zonas urbanas las más afectadas por los efectos del cambio climático si no se avanza en la descarbonización de la economia.

Sanz recuerda que en el 2015, el Ayuntamiento de Barcelona impulsó un compromiso por el clima que incluye desde la generación mediante energías renovables hasta el fomento del transporte público. Se trata de una estrategia de transición energética con la que se movilizarán unos 130 millones de euros públicos durante el mandato del actual gobierno municipal. También cuenta con ayudas a la rehabilitación, con más de 70 millones de euros anuales y bonificaciones en las licencias de obras y el impuesto sobre bienes inmuebles (IBI). A juicio de la representante municipal, las ciudades no pueden esperar a las normativas estatales o autonómicas para actuar, aunque no tengan todas las competencias.

González Moya también destaca el rol que deben desempeñar las zonas urbanas. "Debemos descarbonizar las ciudades, es decir, no solo la luz sino introducir la solar térmica, etcétera", afirma el representante de APPA.

Ciudadanos y empresas

Y es que, según Castilla, solo contando con los ciudadanos, que deben disponer de toda la información posible para tomar decisiones, se podrá acometer el cambio necesario hacia una economía descarbonizada. También se debe apostar porque las empresas perciban que la apuesta es real e incorporen estos nuevos comportamientos en sus políticas de compras y en sus decisiones de inversión. En esencia existe un triángulo del que forman parte estas dos patas (ciudadanos y empresas) y del que también forman parte las administraciones.

Samitier, por su parte, incide en la necesidad de una fiscalidad que penalice los malos comportamientos y Martín-Vide recuerda que las industrias y las empresas forman parte de la solución y no deben ser vistas como el problema, como sucede en muchas ocasiones.