MACROFUSIÓN

Pfizer reaviva el debate político en EEUU sobre elusión y reforma fiscal

Pese a la crítica generalizada a la fusión con Allergan y la domiciliación fiscal en Irlanda hay pocas expectativas de cambios

Una caja de Viagra y un frasco de Botox, de los laboratorios Pfizer y Allergan, respectivamente.

Una caja de Viagra y un frasco de Botox, de los laboratorios Pfizer y Allergan, respectivamente. / REUTERS

IDOYA NOAIN / NUEVA YORK

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El lunes, cuando se conoció la operación de inversión fiscal de Pfizer por la que en una fusión inversa la farmacéutica estadounidense se une a Allergan y traslada su sede fiscal a IrlandaAllergan Irlanda, la reacción inmediata de los políticos en Estados Unidos fue de rechazo y dura crítica. De boca de demócratas y republicanos salieron calificativos como “desastre” (Bernie Sanders) y “asqueroso” (Donald Trump). Volvieron también a escucharse desde ambos partidos las reclamaciones de una reforma del código fiscal que incentive a las compañías estadounidenses a no eludir impuestos. La realidad, no obstante, es que nadie espera esa reforma que lleva años discutiéndose, menos aún con un Congreso tan polarizado como el de los últimos años y menos aún a un año de las elecciones presidenciales.

Actualmente las empresas estadounidenses pagan un 35% de impuesto de sociedades por todos los ingresos que generan, tanto en EEUU como fuera del país. Es el tipo impositivo más alto en los países desarrollados, muchos de los cuales no gravan, además, los ingresos que generan sus compañías en el extranjero. Ante esa presión fiscal, muchas grandes empresas estadounidenses de sectores como el farmacéutico o el tecnológico usan sus entramados internacionales para eludir los impuestos en su país.

Pueden deducir, además, lo que pagan en otros países, y, gracias a otro vericueto del código fiscal, pueden postergar el pago de impuestos en beneficios obtenidos en el extranjero hasta que vuelvan a llevar el dinero a EEUU. Pfizer, por ejemplo, mantiene unos 74.000 miles de millones de dólares fuera de EEUU y en el país que hasta ahora era su sede fiscal no ha declarado beneficio antes de impuestos desde 2007. Acceder a esos fondos en Irlanda le resultará menos costoso.

CAMBIOS NORMATIVOS

El Tesoro ha aprobado este año dos paquetes de normas para intentar limitar operaciones de inversión fiscal como la de Pfizer. La denuncia de muchos de los demócratas, incluyendo Hillary Clinton, pone el peso sobre los expatriados corporativos que las realizan. Pero hay consenso en que se hace indispensable una reforma. De hecho, en 2012 la Administración de Barack Obama presentó una propuesta que incluía cerrar algunos de los agujeros del código, ampliar la base imponible y reducir el gravamen del 35%, un plan construido sobre los mismos ejes que la reforma fiscal de Ronald Reagan en 1986 y que sobre el papel tenía el respaldo mayoritario de los republicanos y por el que clamaba la comunidad empresarial. Había algunas diferencias sobre cuáles de las actuales desgravaciones fiscales había que eliminar y sobre en qué invertir los ingresos de una propuesta de tasar una única vez cerca de dos billones de dólares de beneficios guardados en el extranjero y, pese al consenso dominante, la propuesta quedó solo en palabras.

La polarización del Congreso y, sobre todo, la cercanía de una campaña electoral hacen ahora pensar que la reforma es imposible antes de 2017. Como le decía irónicamente a The Guardian Peter Henning, profesor de derecho en Wayne State University, “dar alivios fiscales a corporaciones no es la plataforma en la que yo me presentaría”.