Petróleo con efectos secundarios

El crudo barato apuntala el crecimiento pero comporta también riesgos para la economía

Repostaje en una gasolinera. Esclatoil

Repostaje en una gasolinera. Esclatoil / periodico

AGUSTÍ SALA / BARCELONA

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Las economías occidentales son grandes usuarias de hidrocarburos. Entre EEUU, Japón y Europa absorben la mayor parte de la oferta mundial. El descenso del precio del barril, una materia prima esencial, abarata el combustible y la factura de las importaciones de esos países que, en su mayoría dependen de la compra a otros estados. En general, quienes más consumen o no producen lo suficiente para cubrir su propia demanda o carecen de recursos naturales propios y deben comprarlos en otros países.

Uno de los beneficiados por el descenso del petróleo es España, que importa más del 90% de los 1,4 millones de barriles que consume a diario. El ministro de Industria en funciones, José Manuel Soria, se apresuraba esta semana a afirmar que la bajada experimentada por el petróleo abarata la factura energética del país en unos 15.000 millones de euros. No es lo mismo pagar al día cada barril a 100 dólares (140 millones de dólares) que a 30 (42 millones). 

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En una situación de salida de una profunda crisis, el abaratamiento de una materia prima tan esencial supone un impulso adicional para la recuperación. El litro de gasóleo, que es el carburante más consumido, se mueve hoy en una media de 91 céntimos, al nivel del 2009. El peso de los impuestos, que supone alrededor del 50% del precio final, y la depreciación del euro con respecto al dólar limitan la bajada.

DEL TAXI A LAS AEROLÍNEAS

Esta es una buena noticia no solo para quienes usan el coche para salir el fin de semana, sino para quienes lo emplean para trabajar, como los taxistas, pero también para los transportistas o para las agencias que viven de vender paquetes turísticos o las aerolíneas, que ven cómo se reduce una buena parte de su coste.

Indirectamente, se benefician el sector industrial y las constructoras, por la reducción de costes. El profesor del IESEMiguel Ángel Ariño, destaca que "las empresas en general ven reducirse sus costes, de forma más importante cuanto más elevado sea el peso de la energía en su proceso productivo. Y a la vez, los consumidores cuentan con más dinero en el bolsillo ya que les cuesta menos la energía". Se trata de una transferencia de los productores a los compradores. Lo que unos pierden lo ganan los otros.  

Pero no todo el mundo gana y en esta ocasión, con países productores en peor situación financiera y un descenso más rápido, se pueden ver comprometidas las ventajas globales. De entrada, los principales perdedores son los países productores que, en muchos casos, dependen de la venta de crudo para cuadrar sus cuentas públicas. A mayor dependencia y coste de producción, más asfixia. Por eso no es la mismo la capacidad de resistencia de Noruega, con una economía más diversificada, que la de Venezuela Nigeria.

Unos necesitan unas cotizaciones mucho más altas que los otros, según los costes de producción. En general, en los países del Golfo Pérsico,el crudo es abundante, de gran calidad y con un coste de producción mucho más bajo, explican los expertos.

COSTES DE PRODUCCIÓN

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Otros productores que se habían sumado al mercado como es el caso de Brasil, con recursos más caros de extraer, ven caerse sus opciones y debilitarse sus economías, lo que tiene impacto global. Ángel Sas, director de Esade Geo recuerda que obtener el crudo de aguas profundas, como sucede en Brasil o en Alaska, requiere un barril a entre 80 y 90 dólares.

El crudo obtenido mediante 'fracking' en EEUU requiere unos precios elevados también, aunque hay explotaciones que, gracias a la mejora de la eficiencia pueden aguantar hasta niveles de 45 dólares.   

A los países productores se suman las petroleras. Cuanto más dependientes del crudo y menos diversificadas más afectadas se ven por el desplome del crudo, que afecta a sus negocios de exploración y producción.

Varias petroleras han anunciado recortes de plantilla y se han paralizado inversiones por unos 400.000 millones de dólares. Todo ello ha repercutido en las bolsas, dado el peso que tienen estas compañías y el volumen de deuda que soportan, que, a su vez, podría arrastrar a bancos de dimensión global.

También se teme por la estrategia que puedan adoptar los fondos soberanos de algunos de estos países, que tienen importantes paquetes accionariales en multinacionales de Europa y EEUU, que podrían deshacer para hacer caja, pese a los castigos en bolsa. Los de Noruega (GPFN), Abu Dabi (ADIA), Arabia Saudí (SAMA Foreign Holdings) o Kuwait (KIA), con activos entre más de 300.000 y más de 800.000 millones de dólares son los mayores. Pero hay muchos más. 

Otra víctima colateral son las energías renovables, que pierden atractivo a medida que el petróleo se abarata. Aunque la apuesta por reducir el peso de los combustibles fósiles ha venido para quedarse, que estos resulten baratos, reduce el incentivo para invertir en energías verdes.