Pensiones y mentiras, en Madrid y en Barcelona

JESÚS RIVASÉS

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Mariano Rajoy y Pedro Sánchez, diferencias aparte, coinciden en que hay que adoptar medidas para garantizar las pensiones del futuro. Quedó claro en el debate de los Presupuestos. El presidente del Gobierno no abrió la boca, pero lo hizo por él Cristóbal Montoro, mientras que el líder de la oposición, que sí habló, solo se dirigió al inquilino de la Moncloa, sin citar a su adversario dialéctico.

RajoySánchez y todos los líderes políticos -también los catalanes, independentistas o no- prometen garantizar las pensiones públicas del futuro. Todos tienen razón, pero también todos no dicen toda la verdad y confunden. Cualquier futuro gobierno español -y también uno independiente catalán- garantiza -y cumplirá- las pensiones del futuro, como las garantizan hasta los gobiernos de Fernández de KirchnerMaduro o incluso el griego. Sin embargo, lo que nadie garantiza, y tampoco lo pueden hacer con el sistema actual Rajoy ni Sánchez, y menos Romeva, Forcadell, Casals, Mas o Junqueras, cuál será el poder adquisitivo de las pensiones del mañana. Es lo que todos callan porque no tienen la respuesta. Y la idea que transmite Junts pel Sí de que una Catalunya independiente garantiza más y mejores pensiones públicas, aunque no explican cómo, es una fantasía, porque si existiera una fórmula mágica ya la habrían propuesto. Una Seguridad Social solo catalana tendría los mismos problemas que la española: una pirámide demográfica adversa, problemas de financiación  y prestaciones limitadas.

Todas las reformas de las pensiones han tenido el mismo objetivo que definió en 1995 el Pacto de Toledo, el gran referente, y que consiste en buscar fórmulas que garantizan las pensiones a costa de que cada vez sea más difícil acceder a la prestación, que la edad de jubilación se retrase todo lo posible y que las subidas sean muy moderadas. La próxima reforma  también irá por ese camino, con el argumento  de la salvaguarda del sistema público de pensiones, aunque signifique menos prestaciones. Los líderes catalanes tampoco han propuesto nada diferente, no consta que tengan otros planes. Rajoy sugiere pagar con impuestos las pensiones de viudedad y orfandad. Nada nuevo, porque eso ya lo decía el Pacto de Toledo. Hay otras fórmulas, pero casi nadie las quiere. En Euskadi, el patrimonio las Entidades de Previsión Social Vascas, equivalentes a fondos de pensiones, y apoyadas con aportaciones por los sucesivos gobiernos vascos no dejan de crecer y ya superan el 35% de su PIB. Pero claro, aunque no lo es, suena a privatización y nadie se atrevería a impulsarlo. Por eso, todos, en Madrid y Barcelona, se aferran a la media verdad de que garantizarán las pensiones del futuro, pero sin asegurar cuál será su poder adquisitivo. Y es que los políticos que reforman las pensiones suelen estar retirados cuando sus medidas se aplican y las sufren los jubilados.