Pelín

Cuentan de un fabricante de muebles alemán que una vez coincidió en un estadio con un lingüista español y le pidió que le sacara de dudas: «¿Cuánto mide un pelín»? Al buen fabricante le costaba entender que muchos pedidos de España dieran la medida en metros o centímetros con la coletilla: «Y un pelín más». Una cosa es lo coloquial y otra la precisión industrial. Y lo que menos se podía esperar es que la técnica del pelín sea también moneda común, nunca mejor dicho, entre quienes fijan a diario el precio del euríbor o tipo de interés al que se prestan los grandes bancos europeos. Tantos millones gastados en los programas informáticos más sofisticados -los financieros son los que más gastan en ello- y resulta que ahora descubren nuestras autoridades bancarias europeas que quienes gobiernan el euríbor tienen lo que con descaro han calificado solo de mala conducta.

Supongamos, exagerando un pelo entero, que un pelín de un euro equivale a un céntimo. Si tenemos en cuenta que en España hay prestados 650.000 millones en hipotecas, cada pelín de error en la revisión global de las hipotecas arrojaría un saldo favorable a los gobernantes del euríbor de 6.500 millones. Por ahí va la tomadura de pelo descubierta.