Análisis

Patriotismo empresarial con el IVA

Anuncio sobre el IVA de un grupo de distribución comercial, ayer, en la calle Gran de Gràcia, de Barcelona.

Anuncio sobre el IVA de un grupo de distribución comercial, ayer, en la calle Gran de Gràcia, de Barcelona.

ANTÓN COSTAS

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Subir el IVA cuando el consumo está anoréxico, los salarios se desploman y el desempleo aumenta no parece la mejor política para salir de la recesión. Habría que haberla adoptado en los tiempos de bonanza, porque hubiese contenido la euforia y la burbuja de crédito. Pero no vale llorar ahora por la leche derramada. Los gobiernos en algunos momentos han de elegir entre dos males. Ahora hay que optar entre mantener un déficit público elevado o aumentar el IVA para reducirlo.

Lo ideal sería que esa subida del IVA tuviese el menor impacto en los precios que pagan los consumidores. ¿Cómo? Las empresas tendrían que absorber ese incremento de fiscalidad reduciendo sus márgenes comerciales.

No es del todo imposible

Sería como la cuadratura del círculo, pero no es del todo imposible. De hecho, un gran número de empresas ya han anunciado que no trasladarán el aumento a sus clientes. En internet he encontrado una larga lista que incluye grandes empresas textiles, cadenas de distribución o asociaciones de comercio minorista. Echo en falta empresas de servicios públicos domiciliarios, transportes, combustibles y servicios municipales, como las funerarias, por ejemplo.

La posibilidad de generalizar la estrategia de no repercutir el IVA depende de dos factores. El primero es si hay margen empresarial para hacerlo. El segundo es la motivación que puede impulsar a las empresas.

Los márgenes comerciales varían fuertemente, pero en España continúan siendo comparativamente elevados. De hecho, el mayor aumento de precios españoles se debió más a los márgenes que a los salarios. Por otro lado, un buen número de empresas tienen excedentes de tesorería. Y hay que tener en cuenta también que la caída de salarios está permitiendo un aumento de los beneficios.

Las motivaciones para no repercutir el aumento del IVA son también variadas. En algunos casos se trata de marketing empresarial para fidelizar clientes y ganar cuota. En otros, porque es más útil para la reputación de la empresa no repercutirlo y, a cambio, reducir los gastos en publicidad o patrocinio deportivo. En otros, en fin, por imitación de la competencia o simple supervivencia.

Pero más allá de esas motivaciones creo advertir un creciente sentido de responsabilidad social empresarial. Si no les asusta el término, está surgiendo un cierto patriotismo empresarial que conviene estimular. Un patriotismo solidario con la reducción demárgenesque están sufriendo los ciudadanos de a pie, en términos de disminución de salarios, caída de ingresos y pérdidas en el valor de sus viviendas, inversiones financieras y pensiones.

¿Cómo se podría incentivar que las empresas no repercutan el IVA? El sector público, las asociaciones de consumidores y los medios de comunicación tienen un papel importante dando a conocer, mediante páginas en internet u otros medios, las que lo hacen. Sería una manera de informar a los consumidores y de estimular ese patriotismo. De esa forma, conseguiríamos hacer de la necesidad virtud, de manera que el aumento del IVA contribuya a reducir el déficit pero no perjudique a los consumidores. La cuadratura del círculo.