CAMBIOS EN UNA ACTIVIDAD INMOBILIARIA

La nueva arquitectura de los negocios

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MAX JIMÉNEZ BOTÍAS / BARCELONA

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El origen es la 'cultura del altillo'. Creó una manera muy determinada, algo provinciana y acomodaticia, de construir espacios para que las personas trabajaran. Barcelona ofreció el entorno para que los promotores construyeran edificios pensando primero en el local comercial, el bajo. Por encima, los apartamentos para vivienda y en medio –el altillo– el despacho para que las empresas de servicios pudieran acomodar a sus empleados. «Dos inmobiliarias, o más, muy conocidas de la ciudad de Barcelona aún conservan sus oficinas en altillos». No es una casualidad, en opinión de Enric Batlle –arquitecto y socio del despacho Batlle i Roig, que en la actualidad se disputan los promotores y grupos empresariales que construyen edificios corporativos–, más que una casualidad, era una manera de hacer que ahora resulta un añoso modelo constructivo que ha perdido vigencia en la medida en que las empresas han cambiado la idea que tienen de cómo debe ser una oficina.  

El altillo ha pasado de moda mientras se imponen edificios con condiciones arquitectónicas muy diferentes y nuevas localizaciones. El distrito del 22@ o plaza Europa dan cabida a las oficinas que abandonan el centro de la ciudad -paseo de Gràcia ha perdido 70.000 metros cuadrados de oficinas en cinco años- y los lugares de trabajo han dejado de ser una mesa, una silla y un ordenador. La nueva arquitectura laboral --quizá influenciada por los referentes de Sillicon Valley, Google y Amazon-- ha dado paso a nuevos espacios, que Batlle i Roig sintetizan en el concepto: "Fusión del espacio laboral con la naturaleza". 

COMPORTAMIENTO ENERGÉTICO

¿Qué buscan las empresas? Que los edificios tengan un buen comportamiento energético y las certificaciones que justifican ese comportamiento. Aunque conviene que el etiquetismo tenga efectos que las personas que ocupan esos edificios puedan comprobar. «Tiene que producirse una sostenibilidad lógica, que ese concepto pueda trasladarse a las condiciones del edificio. Si estamos en la cara norte donde no toca el sol, pues que se ponga cristal, pero si es la cara sur, que se instale una protección», comenta Batlle. «Más allá de los sellos, la gente quiere que la sostenibilidad se traduzca en cosas tangibles», agrega.

La estructura de los edificios también ha cambiado, la altura y la disposición estructural se resuelven en espacios más diáfanos. La cultura del altillo ha dado origen a estancias de no más de 3,05 metros de altura. Esa es la medida estándar del Eixample. «Ahora estamos haciendo edificios por lo menos de 3,84 metros en el 22@. Pero para los inmuebles de Inditex (Massimo Dutti y Paul & Bear) estamos en los 5,5 metros”, explica. De hecho se ha impuesto la estética de la nave industrial, Incluso se anulan los cielos rasos para que la sensación de altura sea mayor. «Si tienes una nave de 100 metros de largo, y la altura del techo es de tres metros, el espacio parecerá bajísimo», agrega

ESPACIOS LIBRES

Y es que la nueva cultura arquitectónica impone espacios libres, sin pilares. Implica una ligera complejidad técnica, pero no mucho más que poner pilares cada cuatro metros. Esa idea, destaca Batlle, alimenta otro nuevo concepto: la ‘oficina-pradera’: espacio abierto en el que todo el mundo se ve y en el que se pide el máximo de aire. Pero una vez esta despejado el espacio, las empresas lo tiene que llenar. «Y aquí te encuentras de todo. Inditex quiere oficina-pradera en las que todos están juntos y el jefe, en medio. Si son las oficinas de Arteixo, es el señor Ortega quien está en medio, y si son las oficinas de Massimo Dutti, pues otra persona», cuenta Batlle. Las instalaciones no tienen despachos individuales, aunque luego hay grupos de salas de reuniones que vienen a suplir la falta de espacios individuales.

Además, hay que evitar la sensación de fábrica, de espacio uniformado, lleno de mesas y sillas, como en las oficinas de las películas norteamericanas de los años 50. Y se piden entornos diferenciados para maneras diferentes formas de producir: trabajar en grupos, en una sala de reuniones o en una sala para pensar individualmente, etc. Y eso da alas arquitectónicas; «En Gallina Blanca, les hicimos una cesta (para los huevos) en el interior para ubicar la sala de reuniones», explica. Puedes tener pequeñas cabinas o células donde los empleados pueden ir a llamar por el móvil en lugar de pasearse entre los compañeros mientras mantienen una conversación –personal o profesional–  a través del teléfono.

Incluso pueden concebirse lugares de ocio –son también espacios para pensar y trabajar–, una terraza donde tomar el aire o  incluso futbolines y ping-pong. Amazon que instala parte de sus oficinas en el edificio Luxa, construido por Batlle i Roig, ha planificado la instalación de billar y pimpón en la octava planta de edificio y, además, ha pedido una salida al exterior (terraza) que el diseño original no contemplaba. Cualquier edificio de oficinas que se precie tiene un amplio office-cafetería donde se puede tomar un café y trabajar a la vez. «Y no hay ni una nueva construcción que no contemple un gimnasio. Su uso se establece en horarios concretos, al margen de la jornada laboral, pero se ha hecho imprescindible», explica Batlle. La idea es que la productividad está estrechamente relacionada con el confort individual.