Nace la mayor zona de libre comercio del mundo

EEUU y 11 países del Pacífico pactan liberalizar sus mercados

Un barco de contenedores pasa ante la ciudad australiana de Sydney.

Un barco de contenedores pasa ante la ciudad australiana de Sydney.

RICARDO MIR DE FRANCIA / WASHINGTON

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Después de más de cinco años de negociaciones, Estados UnidosJapón y otras diez naciones del Pacífico han alcanzado un acuerdo para crear la mayor área de libre comercio del planeta, un espacio que englobaría al 40% de la actividad económica mundial y a cerca de 800 millones de personas. Además de reducir aranceles liberalizar servicios inversiones, el acuerdo armonizará las reglas del juego en toda clase de ámbitos, desde la propiedad intelectual, a las normas laborales o la protección del medioambiente. El tratado tiene además connotaciones geopolíticas, al haberse concebido como una forma de frenar la influencia china en la región, y podría servir como modelo para futuros acuerdos comerciales.

Bautizado como el Acuerdo de Asociación Trasatlántica (TPP, de sus siglas en inglés), supone una importante victoria política para su principal impulsor, el presidente Barack Obama, que como ya hiciera Bill Clinton en su día, ha hecho de la liberalización del comercio una de las puntas de lanza de su política exterior. De hecho, le servirá para dar forma a ese pretendido giro hacia el Pacífico, una idea que se gestó para contener a China pero que apenas había dado resultados tangibles hasta ahora. «Cuando más del 95% de nuestros clientes potenciales viven fuera de nuestras fronteras, no podemos dejar que países como China escriban las reglas de la economía global», dijo ayer la Casa Blanca en un comunicado. Además de EEUU Japón, el tratado incluye a dos países oceánicos (Australia y Nueva Zelanda), cuatro americanos (Canadá, México, Chile y Perú) y cuatro asiáticos (Vietnam, Malasia, Singapur y Brunei).

Para que el TPP entre en vigor, deberá ser ratificado por todos los parlamentos implicados, aunque por el momento se desconocen sus detalles. Siguiendo con la obsesión por el secreto que guió las negociaciones, el documento final firmado ayer en Atlanta todavía no se ha hecho público. De las primeras reacciones, sin embargo, se pueden extraer algunas conclusiones. La industria del automóvil estadounidense no está contenta porque al parecer no existen suficientes salvaguardas contra la manipulación de divisas que, según su criterio, permite a países como Japón abaratar sus exportaciones con la devaluación de su moneda. «Para asegurar la futura competitividad de la industria americana, le recomendamos al Congreso que no apruebe el TPP en su forma actual», dijo Ford en un comunicado.

ECOLOGISTAS

En el otro extremo están los ecologistas, que han aplaudido las salvaguardas para proteger a la fauna salvaje del tráfico de especies. Según la World Wildlife Federation (WWF), «van más allá de lo que habíamos visto en cualquier otro acuerdo comercial».

Las disputas arancelarias han sido uno de los temas más espinosos por el proteccionismo que impera en varios mercados. En este sentido, EEUU era el país que más tenía que ganar porque el 80% de los productos de sus nuevos socios comerciales ya entraban en sus fronteras libres de impuestos. Japón, por el contrario, blindaba sus producciones de arroz o ternera con aranceles que llegaban hasta el 800%.

Otra de las grandes batallas ha girado en torno a las patentes de los fármacos biológicos de última generación. La industria, respaldada por EEUU, quería expandir el monopolio que mantienen ciertas farmacéuticas, impidiendo el desarrollo de genéricos y el acceso a fármacos más baratos. Al final, según el New York Times, se ha impuesto un compromiso. Ni los 12 años que quería Washington, ni la apertura que reclamaba la sociedad civil. Esta última tampoco habría tenido éxito en su intento por eliminar del acuerdo los tribunales inversor-estado (ISDS), un mecanismo privado de mediación de disputas que permite a las multinacionales demandar a los Estados ante cambios en la legislación nacional en contra de sus beneficios.

«Las propuestas de la sociedad civil y los congresistas han sido en gran medida ignoradas», dijo a este diario Melinda St. Louis desde la organización de consumidores Public Citizen. La verdadera batalla empieza ahora en los parlamentos nacionales. En EEUU se prevé furibunda. El grueso de los demócratas y algunos republicanos temen que el TPP abra la puerta a más deslocalizaciones, destrucción de empleo y armonización a la baja de los salarios.