Mentiras pequeñas, grandes y estadísticas

JESÚS RIVASÉS

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El próximo viernes, el consejo de ministros aprobará el proyecto de presupuestos generales del Estado para 2015, año electoral, elaborados por el equipo que dirige Cristóbal Montoro. Serán moderadamente optimistas e intentarán otra cuadratura del círculo con políticas de demanda (estímulos a la economía) y de oferta (reformas). Todo combinado con un déficit del 4,2%, que es a lo que España se comprometió con la Unión Europea, aunque ahora, tras la puesta en marcha de los nuevos planes del poresidente del BCE, Mario Draghi, y sus apelaciones a los Gobiernos, quién sabe.

En cualquier caso, en el 2015 no habrá ni recortes ni ajustes, pero tampoco alegrías disparatadas. La herencia del pasado es demasiado pesada como para olvidarla. Entre 2008 y 2013, según los datos revisados, España gastó 548.154 millones de euros más de los que ingresó. Si se sumaesta cifra a otros 50.000 millones de este año, se alcanza la fantástica ifra de 600.000 millones de euros. Es lo que explica que la deuda pública española haya alcanzado ya el billón, con b de barbaridad, porque todo ese gasto -que incluye servicios sociales, desempleo, educación, sanidad y, de alguna manera, las pensiones- se ha pagado con deuda, pedida a los españoles y a los extranjeros.

El próximo jueves, víspera de la aprobación de los Presupuestos, el Instituto Nacional de Estadística (INE) , que preside Gregorio Arroyo, presentará los datos de la Contabilidad Nacional correspondientes al periodo 1995-2013, elaborados con la nueva metodología acordada por las autoridades comunitarias. La gran novedad es que esas cuentas, por primera vez, en España y en los países de la Unión Europea, incluirán el efecto económico de actividades como el tráfico y consumo de drogas y la prostitución. Al fin y al cabo, moleste a quién moleste, generan y mueven dinero y, aunque las condiciones sean muy discutibles, criticables y en algunos casos perseguibles, también utilizan mano de obra, es decir, empleo.

La contabilización de esas actividades provocará un aumento adicional del PIB de un 4% o 5%, es decir, unos 50.000 millones de euros más, según las primeras estimaciones. Ignorar su efecto económico es absurdo porque están ahí y también generan actividades legales y controlables, como el consumo eléctrico, de combustibles y tantos otros.

Al mismo tiempo, esa subida del PIB permitirá que el porcentaje de deuda pública sobre el PIB vuelva a alejarse del 100% del PIB y que al Gobierno le resulte más fácil cuadrar el 4,2% de déficit para 2015 sin recurrir a nuevos recortes. Todo impecable, pero tampoco cambia nada en demasía. Lord Beaconsfield, más conocido como Benjamin Disraeli (1804-1881), dos veces primer ministro del Reino Unido, habría dicho, según sus exégetas, no sin algo de cinismo: «Hay tres tipos de mentiras: mentiras pequeñas, mentiras grandes y estadísticas». Pues eso, con o sin drogas y prostitución, España debe un billón de euros y todavía gasta más de lo que ingresa.