Luz, un año de oscuridad

Tras 12 meses desde su puesta en marcha, el nuevo sistema de tarifas eléctricas aún es provisional, imprevisible en cuanto a los precios e incluso más caro. El pilar en el que se debía apoyar, la telegestión con contadores inteligentes para que los usuarios puedan adaptar su consumo a los precios e incidir en su recibo, sigue sin funcionar. Un año después, Industria debe decretar aún los protocolos para que eso sea así.

Pero otro elemento es todavía más claro: "Sin esta reforma, las tarifas serían el 14% más bajas. Y, si se comparan las de los dos primeros meses de este año con las de 12 meses atrás, como mínimo son entre el 5% y el 10% más caras", sentencia Jorge Morales de Labra, experto en regulación eléctrica y director general de GeoAtlanter. Asegura que la primera columna en la que se apoyaba la reforma: la supresión de la subasta trimestral en la que se fijaba una parte del recibo y que encarecía el coste al incluir coberturas financieras, no era mala idea.

Lo mismo o más

El problema se debería haber complementado con medidas para crear más competencia. Y el resultado ha sido «la no reforma porque las eléctricas han logrado que, pese a anularse la subasta, los consumidores paguen lo mismo o más», asegura.

Y los precios de mercado de cada hora, que se aplican hoy por hoy aplicando un patrón general medio del conjunto de los usuarios, no fueran más que "una cortina de humo". Las compañías tienen hasta el 2019 para renovar el parque de contadores.

Lo cierto es que la reforma no ha satisfecho tampoco a las eléctricas. Además de reclamar tiempo para adaptar sus sistemas a la facturación por horas, han variado sus estrategias comerciales. El sistema ha hecho que los clientes con tarifa regulada (ahora PVPC) sean incapaces de prever a cuánto ascenderá su próximo recibo.

Las grandes compañías como Endesa, Iberdrola o Gas Natural han creado fórmulas para que se puede pagar siempre la misma suma, pero suelen salir más caras; o han forzado el trasvase al libre mercado del cliente con ahorros que son casi simbólicos.