LA EVOLUCIÓN DE LOS MERCADOS

Los precios bajos y China meten presión al BCE

Mario Draghi entrando en una reunión en Fráncfort el año pasado.

Mario Draghi entrando en una reunión en Fráncfort el año pasado.

OLGA GRAU / BARCELONA

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Septiembre arranca con serias dudas sobre un frenazo brusco en la economía china, una bolsa española que ha perdido todas las ganancias del año en agosto, números rojos en todas las plazas europeas, una inflación en la eurozona bajo mínimos (0,2% en agosto, según Eurostat), y una inminente subida de tipos en los EEUU, que de producirse sería la primera desde el 2006.

El próximo jueves se reúne de nuevo el consejo de gobierno del Banco Central Europeo (BCE) con el orden del día de revisar las perspectivas de crecimiento e inflación para la eurozona. La previsión actual del BCE es una evolución de los precios del 0,3% para este año, del 1,5% el que viene y del 1,8% en el 2017.

No será tarea fácil la de Mario Draghi, artífice del programa de compra de deuda que inyecta cada mes 60.000 millones de euros en la economía europea con el ánimo de situar de nuevo la inflación en la eurozona alrededor del 2% y fortalecer la actividad económica. Porque ni siquiera el manguerazo que ha inyectado el BCE desde principios de año está sirviendo para que la eurozona entre en fase expansiva.

Ayer mismo, Eurostat dio a conocer el dato de la inflación correspondiente al mes de agosto, periodo en el que los precios se han mantenido invariables en el 0,2% arrastrados por la caída de los precios de la energía (-7,1%). A pesar de que los expertos descartan la deflación (caída sostenida de precios por un recorte del consumo), el IPC en mínimos pone de manifiesto que el BCE tiene margen para aplicar más políticas de estímulo sin recalentar la economía.

SEÑALES DE DRAGHI

El mercado se mantendrá atento esta semana a las señales que el presidente del banco central pueda ofrecer sobre una intensificación del programa de estímulos, al que aun le queda por delante todavía un año de duración. Aunque los analistas descartan que se vayan a producir cambios de política económica, sí esperan algún guiño sobre la intención del BCE de intervenir si la crisis China fuera peor de lo que se pronostica, las materias primas continuaran su desplome y esto pudiera a afectar a la frágil recuperación de la eurozona. Así lo dejó entrever la semana pasada el miembro del consejo de gobierno del BCE Peter Praet al afirmar que el BCE está listo para actuar en caso necesario.

El gigante asiático ha sido el principal responsable de que agosto del 2015 sea recordado como un mes turbulento en las bolsas mundiales. El Ibex 35 cerró ayer el mes de vacaciones estivales con una caída del 8,2%, una cifra que no se registraba desde mayo del 2012, mes previo al rescate financiero español. Todas los mercados europeos han cerrado el mes en números rojos.

"La bolsa ha perdido en un mes todo lo que había ganado en un año, es una tendencia que se ha vivido en todos los mercados europeos", explicó ayer Josep Soler, director del Institut d'Estudis Financers. Este experto considera que la bolsa podría entrar "en una fase horizontal, pero volátil, en la que ya no haya perspectivas de alzas debido a la ausencia de noticias económicas positivas por parte de la eurozona ni de los mercados emergentes". A toda la inestabilidad económica hay que añadir el efecto que puedan tener en los mercados las elecciones griegas el próximo 20 de septiembre y las catalanas, el 27.

Lo que sí está claro es que China seguirá siendo un foco de volatilidad para los mercados mundiales, aseguran los expertos consultados. La Bolsa de Shanghái cerró ayer agosto con pérdidas acumuladas de un 12,5%, a pesar de las medidas adoptadas por el Gobierno chino para frenar su caída. Además, en el último trimestre, el mercado de referencia en China ha dilapidado cerca de un 30% de su valor, si bien es cierto que tras la enorme burbuja que se generó con los fuertes aumentos registrados entre noviembre y junio pasados. El gigante asiático podría volver a devaluar el yuan en las próximas semanas para ajustar la moneda a la evolución de su economía.