Internacionalización e innovación

La internacionalización y la innovación tecnológica en proceso productivo y en producto son los grandes retos del sector agroalimentario y es necesario que las pymes catalanas los hagan suyos. En cuanto a la exportación, esta debe traspasar las fronteras d

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El sector agroalimentario es estratégico para la economía catalana. El peso económico de la producción agraria y la industria agroalimentaria corresponde aproximadamente al 3,5% del PIB catalán, es la primera industria en Catalunya en empleo y la segunda en ventas y, en los últimos años, los productos que importa son compensados por el valor los productos que exporta. La industria agroalimentaria concentra el 21% de las ventas del sector industrial en Catalunya, y se relaciona directamente con el sector primario (para extraer las materias primas) y el sector terciario (para vender bienes producidos). Además, el sector agrario está diversificado y proporciona las materias primas necesarias a la industria agroalimentaria catalana, estructurada como alimentaria y de elaboración de bebidas.

El importante peso económico que tiene y el empleo que representa hacen que su tasa de desempleo sea inferior a la de otros sectores y se estima que cada vez demandará perfiles profesionales más cualificados. Por ejemplo, en ámbitos como el comercial, en la innovación en proceso productivo para optimizar la maquinaria y reducir costes, y en el ámbito de la innovación en producto se buscarán expertos para mejorar la seguridad alimentaria o para presentar productos que respondan a los nuevos modelos familiares. Son innovaciones que también deben permitir elaborar productos con un grado de preparación más alto, presentarlos con una mejor relación calidad/precio e incrementar su vida útil sin variar las características organolépticas. Se trata de unos perfiles que situarán, todavía más, a la industria agroalimentaria en el centro de la economía catalana.

La internacionalización y la innovación tecnológica en proceso productivo y en producto son los grandes retos del sector y es necesario que las pymes catalanas los hagan suyos. Las grandes empresas del sector ya lo han hecho, y ahora solo hace falta que todo el sector incremente los esfuerzos para alcanzar nuevos mercados a través de procesos de concentración horizontal y de integración vertical. Hay que tener presente que la industria agroalimentaria catalana engloba muchas pymes, lo que supone una atomización del mercado que dificulta, en muchos casos, la innovación vía nuevas inversiones y el fomento de la exportación. Por otra parte, la exportación debe ser muy diversificada geográficamente para adaptarse a los cambios del entorno. Por ejemplo, durante el veto ruso, las cárnicas fueron capaces de vender más al este asiático.

Con todo, hay que captar los cambios de hábitos y de consumo de la sociedad, potenciar productos de calidad que favorezcan la salud, que sean funcionales, que se publiciten en canales adecuados y que tengan un precio equilibrado. Respecto de esto último, hay que tener en cuenta el importante aumento de los costes de producción por el aumento de precio de las materias primas y la energía. Además, la globalización ha supuesto más competidores internacionales. Las empresas agroalimentarias catalanas tienen la capacidad de buscar nuevos mercados, pero la exportación de productos agroalimentarios debe traspasar las fronteras de la Unión Europea para cubrir la demanda de otros mercados emergentes.

El valor de la proximidad

Los pequeños empresarios, para los que esta vía es poco asumible, tienen otra oportunidad en los modelos de negocio de venta directa de productores a consumidores sensibles que tienen muy en cuenta los valores de proximidad y de apoyo a la economía local. Esto quiere decir que no se puede perder de vista el consumo interno y las actividades emergentes en este sector, como el enoturismo para las bodegas.

La combinación de diferentes estrategias -conseguir una marca de producto propio reconocida por el mercado, fabricar para la gran distribución, crear una red de distribución con tiendas propias, elaborar y comercializar productos gurmet y dar servicio al canal foodservice-, puede significar la supervivencia y el crecimiento en este sector regulado, que tiene como principales retos una mayor dimensión empresarial, más internacionalización y diversificación hacia nuevos segmentos de mercado con la innovación y la investigación oportunas.

Las perspectivas son optimistas, ya que estos últimos años empresas punteras del sector, cárnicas y vinícolas, han aguantado la crisis con una salud económica aceptable. Hay que insistir en el creciente dinamismo innovador, en procesos y productos y en mejores técnicas comerciales para cubrir las exigencias de los consumidores y dar visibilidad al producto de calidad en los mercados internacionales. El número creciente de patentes, la progresiva expansión internacional, la calidad y el peso estratégico del sector nos hace pensar que nos encontramos ante un caso de éxito.