APRESTO DOMINICAL

Industria de dieta equilibrada

Pese a tener poco predicamento entre los estudiosos de la macroeconomía, el sector que más aporta al PIB de Catalunya es el agroalimentario

Agustí Segarra, el pasado martes, en el Cercle d'Economía.

Agustí Segarra, el pasado martes, en el Cercle d'Economía.

JOSEP-MARIA URETA

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Es muy frecuente, en los cientos de actos de perfil económico que se organizan en Barcelona, ver coincidir en el estrado a dos catedráticos que han adquirido respeto social más allá de sus trabajos académicos. El martes, en una de sus sus otras ocupaciones, coincidieron Antoni Castells (UB, Hacienda) y Antón Costas (UB, Economía Aplicada). El primero, director del consejo asesor de la fundación Catalunya Europa, homenaje activo al president Pasqual Maragall; el segundo, presidente del Cercle d'Economia.

Es menos habitual que Castells Costas coincidan en explicar, con los matices que corresponden a un estudioso del desequilibrio fiscal y a un apasionado de la actividad singular de las empresas, que han descubierto la potencia de un sector económico catalán tan imprescindible como el que ya se asume que sea calificado como agroindustria. No es ningún recurso de ambos catedráticos para quedar bien. Es más bien la consolidación, el beneplácito académico, de contemplar la importancia que para Catalunya tiene la actividad que vincula el sector primario tradicional (agricultura, ganadería y pesca) con su transformación -y en algunos cálculos se incluye el reciclaje- y que se conoce con el nombre de agroindustria.

Los nuevos teóricos de la economía catalana han aprovechado este término preciso, aunque con límites discutibles, como el de agroindustria para establecer, más bien confirmar, que ambas actividades son ya el motor de la economía catalana, y aun más tras la gran recesión iniciada en el 2007.

¿Cómo se comprueba? Con los datos recogidos, analizados y puestos en rigor académico por el catedrático (URV) Agustí Segarra: La industria agroealimentaria catalana: una perspectiva empresarial (texto completo en www.catalunyaeuropa.net). Lo que dicen es definitivo y obliga a revisar muchos discursos políticos y económicos sobre las fortalezas de Catalunya.

El sector agroalimentario aporta, con oscilaciones, más del 17% del PIB de Catalunya. Y es el que más empleo crea al combinar producción agraria con la industria de transformación, local o multinacional. Además, hay ejemplos de multinacionales catalanas del sector agroindustrial con mayor presencia mundial que las de otros sectores.

Cuesta creerlo -es lo que confesaron Castells y Costas ante los sucesivos gráficos de Segarra-, pero es así. Con un par de prevenciones: hacen bien los redactores del informe en incluir en la actividad a las empresas de distribución -auténticos motores del sector por su exigencia en nombre de los consumidores- pero yerran y de manera incomprensible cuando incluye a la agricultura y ganadería catalana como beneficiarios de la nueva industria, cuando son en la mayoría de los casos el origen de las mismas y sus proveedores esenciales.

Dicho esto, ¿volvemos a comprobar los beneficios para Catalunya a partir del Salón del Automóvil, del Mobile World Congress y de Alimentaria?

Segarra ha recordado que en la clasificación europea de regiones industriales, Catalunya solo aparece en un apartado, el de los clústers (empresas dedicadas a la misma actividad) de actividad agroindustrial. Nada menos que en segunda posición, tras la Baja Sajonia (capital Hannóver). Más de 100.000 empleados, con el competitivo sector de distribución -multinacionales y locales compitiendo, Carrefour y Esclat, por ejemplo- marcando el paso a toda la cadena de eficiencia. El consumidor, asegura Segarra, es el que decide.

¿Y la economía macro? Pues bien: Catalunya tiene una tasa de cobertura (exportación/importación) equilibrada en agroindustria. Dieta perfecta.