Análisis

¿Hay un plan?

RAMON XIFRÉ

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La Comisión Europea, cumpliendo con las nuevas reglas de gobernanza económica en la Unión Europea, ha dado avisos serios a diversos países por sus déficits. Si estos países no cambian sus presupuestos o, en cualquier caso, si las desviaciones de sus presupuestos se materializan, los nuevos tratados facultan a la Comisión a imponer multas. Los tres países con una situación más comprometida son Francia, Italia y Bélgica (la periferia del euro es un territorio cada vez más extenso). También están bajo vigilancia España y tres países más.

Los avisos en público de la Comisión llegan después del habitual cruce de correspondencia, más o menos reservada, entre el Ejecutivo comunitario y las capitales. De hecho, las reprimendas se producen al considerar que las respuestas y la información que dan los gobiernos a los requerimientos de Bruselas son insuficientes e insatisfactorias. En marzo se volverá a examinar la situación y podrían empezar a tomarse medidas. Estos hechos admiten varias lecturas.

En primer lugar, desde la perspectiva más optimista los avisos de Bruselas serían un elemento más del guion tripartito previsto (BCE, Comisión y gobiernos) para estimular la economía de la UE. Según esta visión, Mario Draghi necesitaría pruebas fehacientes, de cierto coste político, de que los países con problemas cumplen con su parte de las reformas/recortes para convencer al núcleo de la eurozona para actuar, un núcleo que es un territorio cada vez más reducido. Un elemento a favor de esta lectura sería el reciente plan de inversión anunciado por Jean-Claude Juncker por un montante total de 315.000 millones de euros. Siguiendo con esta lógica, las advertencias de ayer son el palo, y el plan de inversiones, la zanahoria.

Puede que haya algo de cierto en esto, pero dar esta visión por buena equivale a dar por sentados unos niveles de coordinación y congruencia de objetivos entre países demasiado altos. La idea reconfortante de que existe un gran plan de salvación de la zona euro que se entrega por fascículos no encaja con los episodios de precipitación que hemos vivido desde el 2010. Además, el plan de inversiones de Juncker contaría de hecho solo con 16.000 millones del presupuesto de la UE, y el resto se espera obtenerlo de capital privado.

Viraje del clima político

Ahora bien, si estas advertencias no forman parte de un macroplan concertado para superar la crisis y recuperar el crecimiento y el empleo en la UE, la cosa es todavía peor. En otras palabras, si la nueva Comisión lanza estas advertencias como continuación de la vieja política económica que se ha realizado hasta ahora en la UE, la recuperación va para largo. Además, parece que en Bruselas no se han dado cuenta de que el clima político en la periferia está virando y de que emergen fuerzas políticas y movimientos poscrisis, nada minoritarios, que cuestionan de raíz el statu quo.